Crítica
Público recomendado: +14
Esta es una de las frases con las que termina la película, que parece un canto a la vida: “Díme, ¿qué piensas hacer con tu única, salvaje y preciosa vida?” Sin embargo, empieza narrando los daños producidos y el cáncer generado a muchos agricultores, que utilizaban un determinado producto como pesticida, que aumentaba sus beneficios económicos, pensando que eran inocuo para su salud.
Goliath es la nueva producción de Frédéric Tellier, director de Salvar o morir y El caso SK1, que ha contado en el reparto de buen nivel como Emmanuelle Bercot en el papel de esposa coraje capaz de dar un paso adelante con valentía.
Esta producción se vende a sí misma como un thriller de denuncia social, al estilo de Erin Brockovich, una potente producción al servicio de la estrella de Hollywood como Julia Roberts o Aguas oscuras, una buena historia de un abogado (Mark Ruffalo) de convicciones cristianas de corte católico, muy comprometido con una causa justa.
La cinta en cuestión no cuenta con grandes estrellas, pero el personaje del abogado Gilles Lellouche es extraordinario, ya que se trata de un abogado que faltó a la ética profesional en una ocasión y se vendió a un empresario, lo que provocó el despido de muchos trabajadores. Este letrado intenta redimirse y actúa en conciencia, haciendo del rey David frente a una corporación que se niega a reconocer su error, faltando a la verdad y recurriendo a sucios métodos.
El otro personaje interesante es el interpretado por Pierre Niney que, en principio, parece un gran orador demostrando con buenos argumentos la falsedad de los ecologistas, a los que tilda de comunistas, que tienen posturas que no se sostienen en torno a las supuestas bondades de los coches eléctricos, aunque va evolucionando hasta convertirse en una persona cínica, que deja los ideales iniciales a un lado en favor del dinero y de la empresa química a la que asesora. La película es bastante entretenida; mantiene bien la intriga; nos ofrece un guiño a la ideología de género (con el objetivo de tener mayor legitimidad moral en la reivindicación), tocando la fibra sensible y, de algún modo, demuestra que (no sabemos con qué intención) cuando los activistas políticos se ponen del lado de la verdad (detalle no siempre muy habitual) son un apoyo grande como medio de presión por su contundencia. No obstante, el director de la película deja en muy mal lugar a la policía francesa en los disturbios, mostrando su brutalidad frente a los pacíficos manifestantes, cuando todos sabemos el modo en que se las gastan los ecologistas/globalistas tanto en el caso de llevar la razón como en caso contrario. Finalmente nos quedamos con esta dedicatoria muy positiva, que es un homenaje a todas esas madres que dan la vida por sus hijos: “A nuestras madres, que nos enseñaron el soplo del viento; el perfume de las flores; la belleza y la fragilidad de la vida.”