Crítica
Público recomendado: +16
La distribuidora Avalon saca a la palestra una producción como How to have sex de la mano de la directora Molly Manning Walker sobre una situación, que vivió en su adolescencia con sus amigos, pues presenciaron en vivo y en directo una escena de sexo explícito en el escenario de un show de Ibiza, pidiendo a algunos chicos y chicas voluntarios que aparecieron allí.
Este trabajo narra ese hecho y las consecuencias que tuvieron en esos días de vacaciones. La producción ha contado con el asesoramiento de terapeutas expertos en sexología con la idea de que no afectara a la mente de los actores, en la que se percibe que los chicos casi más que las chicas estaban incómodos en las escenas de cama. Estas fueron las declaraciones de la cineasta: Teníamos que abordar la complejidad, sobre la sexualidad y mostrar que todos somos producto de ese entorno. Hay que crear nuevos caminos para las nuevas generaciones y conseguir con ellos que no se sientan solas.
Este largometraje no busca el morbo e intenta que nos introduzcamos en la mente de la protagonista, magníficamente interpretada por Mia McKenna-Bruce, en la que se percibe su sufrimiento y hasta cierto punto incomprensión incluso de los más cercanos. La directora por ejemplo muestra a un chico sensible que busca a alguien que lo quiera y querer de verdad dentro de lo imaginable en ese tipo de ambientes, mientras que aparece otro que no va con buenas intenciones. En un segundo plano se percibe un guiño potente a la ideología de género, mostrándolo como la forma de vivir la pareja del modo más ideal y respetuoso.
La cineasta, a pesar de que incide en que la persona tiene que tener libertad sobre si quiere o no tener relaciones íntimas, no cae en la cuenta de que el hedonismo, alejado del compromiso invita a que este tipo de situaciones se den con mayor fuerza, generando por otra parte tristeza, incomodidad, sensación de ser utilizado, detalles que si aparecen en algunas situaciones, con lo que esta serie de heridas pueden arrastrarse en posteriores relaciones e invitan a la desconfianza.
Por último, el principal objetivo de la cineasta es reflexionar sobre el tema del consentimiento muy difícil de evaluar, ya que son muchos factores a tener en cuenta en un encuentro de discoteca. La directora tiene un mensaje feminista mal entendido, que tiene que ver con la igualdad sin caer en que las mujeres y los hombres somos iguales y a la vez complementarios, pero las mentalidades negativas de ellos son las copiadas por ellas.
Víctor Alvarado