Crítica

Público recomendado: +13

Las películas originales de Netflix están comenzando a ser un género en sí mismo que suele abarcar dos extremos cada vez más cerca de tocarse, y más en los tiempos que corren: las comedia románticas y los thrillers psicológicos. Algunas más efectivas que otras, con mayor o menor acierto y con calidades que van desde la primera línea hasta el telefilm de Antena 3 de los domingos por la tarde. La presente obra posee dos mitades que circundan entre ambos espectros: una primera mitad conseguida y bastante destacable; y una segunda mitad demasiado rocambolesca y desigual con lo anteriormente mostrado y que resta muchos enteros al resultado.

La obra nos presenta a una protagonista con pocos escrúpulos que decide aprovecharse de una jubilada con el fin de sacarle dinero. Pero lo que esta joven no sabe es que la señora no es quien dice ser. Lo primero que se nos viene a la mente cuando vemos al personaje de Rosamund Pike es aquel complejo e hiperbólico papel que desempeñó en Perdida de David Fincher. Puede que sea por inercia, ya que Pike realizó una de esas interpretaciones que marcan y se recuerdan para la posterioridad; o puede que el personaje que encarna en la presente obra beba mucho de cierta psicopatía que nos parecía tremendamente atractiva en Perdida y por la que nos tenía completamente ganados.  El caso es que este dejá vù no beneficia a la película, junto con un descafeinado humor negro del que intenta sacar el máximo rendimiento pero siempre quedándose a medio camino. Lo mejor, como era de imaginar, además de Pike, es el siempre acertado Peter Dinklage, convertido oficialmente en el secundario de lujo que es capaz de salvar la función en el tiempo que permanece en pantalla.

En resumen: una película que cumple, entretiene y se olvida con la misma facilidad con la que Netflix nos recomienda el siguiente producto que ver