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Infierno verde

Caratula de "El infierno verde" (2014) - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Adultos

Tres años después de haberse rodado llega a las pantallas españolas Infierno verde, la última película de Eli Roth. El film ha tenido sus problemillas a la hora de encontrar distribuidor debido a su elevadísimo nivel de violencia. De hecho, a efectos prácticos, la cinta de Roth es una película gore. Es más, la cinta supone un guiño a otro pseudoclásico del género, la infumable producción italiana Holocausto caníbal, que consiguió cierta repercusión al ser el primer –y tosco- ejemplo de lo que hoy conocemos como found footage o “metraje encontrado”.

Infierno verde nos cuenta la historia de un grupo de jóvenes ecologistas que deciden viajar al corazón de la selva peruana para sabotear la tala indiscriminada de árboles en la zona. Sin embargo, una vez han montado el escándalo y están de vuelta, la avioneta en la que viajan se estrella en plena selva virgen muy cerca de donde habita una siniestra tribu de caníbales. Ya se pueden imaginar por dónde van los tiros.

Lo primero que cabe decir de Inferno verde es que aunque se trata de un film por momentos brutal, no es ninguna catarata de vísceras. Tiene un par de escenas que seguramente muchos no podrán soportar pero ya está. Tal vez por esta tendencia a cierta escandalera social Infierno verde haya sido terriblemente criticada. Sin embargo, siendo un poco honestos, no estamos ante una película particularmente mala.

El cine gore ha fundamentado su propia existencia en el exceso, es decir había películas gore porque eran sanguinolentas y excesivas. No había mucho más donde escarbar. Sin embargo, dejando a un lado que las citadas escenas de truculencia visceral son, como he dicho, un par de ellas, debajo de lo más evidente (que es su sangre), cohabita un inquietante mensaje sobre la ética y moral.

Cuando los jóvenes son atrapados por los caníbales la única opción de salir con vida es que la maquinaria que está talando árboles sin descanso en la zona, llegue allí cuanto antes. Es decir, Roth nos expone los dos extremos del eterno enfrentamiento entre civilización y naturaleza. La primera, la que tala árboles para su desarrollo, la segunda la que práctica la antropofagia. Y créanme, al final hay un claro vencedor y no somos nosotros.

Al término de la película uno de los personajes toma una curiosa decisión. Los caníbales no tienen la culpa de ser lo que son, aunque monstruosos para una sociedad moderna, no dejan de ser víctimas de un mundo que devora todo lo que tiene a su alrededor. Según Roth, los caníbales no son peores que nosotros, más bien al contrario. La antropofagia es su forma de vida como lo es del tigre cuando llega a la vejez y devora a los de su propia especie. Naturaleza en su estado más salvaje y brutal.

Pese a todo, no estamos ante la mejor película de Eli Roth. Su mensaje y sus intenciones quedan algo desdibujas y eso que se toma su tiempo para presentar a los personaje y para situarnos en la acción. Pero el film anda lejos de otras propuestas moralmente mucho más turbadoras como Hostel o Knock, Knock.

 

 

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