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John Wick: Chapter 4

Caratula de "John Wick: Chapter 4" (2023) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: + 18

Tres películas después, Chad Stahelski vuelve a ponerse tras las cámaras para firmar la (en teoría) última entrega de la saga John Wick, entregando un mayor espectáculo que nunca pero también más irregular. Con libreto de Michael Finch y Shay Hatten, el reto es grande: abordar, sin que sea desmesurado, el final del peligroso viaje que empezó John Wick (buen Keanu Reeves, pero excesivamente hierático) hace años cuando intentó dejar de ser asesino a sueldo para la Alta Mesa pero, al no lograrlo, desencadenar una ola de violencia y muerte que parece no tener ese ansiado final.

Es innegable que Stahelski sabe rodar, y haber sido coordinador de especialistas de la famosa saga Matrix le ha hecho aprender mucho. Las secuencias de acción son el “aún más difícil todavía”, y eso que el pabellón estaba alto, pero aquí se supera con coreografías increíbles mostradas con todo detalle y pasajes como los del desierto, las escaleras del Montmartre o la acción entre los coches en la Plaza del Arco del Triunfo de París, sin olvidar un brutal plano secuencia rodado en punto de vista cenital. Todo ello acompañado de una fotografía impecable con fortísimos contrastes de luz y color que harán las delicias de los que acudan a cines con la última tecnología.

Y lo cierto es que, aunque efectivamente el desenlace es satisfactorio, se resiente mucho en dos apartados principales: una excesiva duración (casi tres horas de película) y un tratamiento de los personajes muy mejorable (parece que, como pasaba en Matrix, de donde son famosos Keanu Reeves y Laurence Fishburne, aquí está prohibido sonreír o mostrar emociones). Hay unas cuantas escenas que poco o nada aportan y que rompen el ritmo, además de un tono triste excesivo que ya estaba presente pero aquí se lleva al extremo.

Al menos hay que reconocer que ofrece un bello mensaje de que el amor matrimonial, ese que une a un hombre y a una mujer que de verdad se quieren, puede perdurar en el tiempo y ser el motor de la vida en los momentos más difíciles, algo que es una rara avis en los tiempos que corren.

Queda pues una película de palomitas, con acción casi sin descanso y que gustará a los fans más acérrimos del ya mítico asesino de la Alta Mesa. Y como novedad en la saga, quédense hasta el final, hay una sorprendente escena poscréditos.

Miguel Soria

 

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