Crítica
Público recomendado: +7
Esta última década está siendo una etapa dulce para el actor de nombre impronunciable: Karra Elejalde que, desde Ocho apellidos vascos no ha parado de trabajar, una prueba de ello fue Vasil, una historia de acogida del extranjero con el ajedrez, que sirve de puente para que dos personas aparentemente antagónicas establezcan unos lazos de amistad.
El caso es que, tras esa estela de éxito, el citado actor saca su telescopio y se enfunda su traje de astronauta para protagonizar la película Kepler Sexto B. Karra Elejalde representa a un Quijote sideral, mientras Daniella Pezzotti, la niña protagonista, le da la réplica con acierto. Las declaraciones de su director, Antonio Suárez Lozano, son muy esclarecedoras :”La película es un viaje espacial surrealista, cómico , emocional y agridulce que trata de despegar de una realidad cruda y desgarradora hacia una propuesta vitalista y optimista, donde la vida, a pesar de las dificultades siempre merece la pena ser vivida”.
Kepler Sexto B es una pequeña joya de fin de semana en un buen debut de Alejandro Suárez Lozano, en la que se combina sabiamente una dramática historia de corte social con un homenaje quijotesco a la ciencia ficción desde la literatura, pues todo parece indicar que es un guiño a la labor como escritor del Arhur C. Clarke, maestro del terror nihilista espacial de hombres insignificantes en la inmensidad del universo hasta la cinematográfica en la que se hace referencia a 2001, odisea del espacio y en un segundo plano a películas tan interesantes como Contact y Dune, donde no puede faltar Encuentros en la tercera fase de Steve Spielberg.
La película no pierde el interés en ningún momento y todo tiene su sentido. El cineasta sabe manejar los tiempos que tienen que ver con humor, cargado de ternura dentro del drama que funciona muy bien. Tan sólo se puede decir que el villano de la historia desentona hasta cierto punto, pero se habrá pensado de ese modo para que tenga un aliciente de tensión para ver en familia.
Esta producción muestra un cariño especial hacia el divulgador Carl Sagan, aunque yo prefiero a Marco Bersanelli y su libro: El gran espectáculo del cielo (Encuentro). Invita a reflexionar al igual que ocurría en la inolvidable Gran Torino de Clint Eastwood sobre cómo las personas de diferentes estratos sociales y culturales pueden tener más puntos en común que algunos familiares con escasos valores, ya que, de algún modo, la acogida del emigrante es uno de los puntos fuertes de esta producción, puesto que está tratado de tal manera para que no sean necesario los subrayados ideológicos, detalle que se agradece. El cristianismo implícito de esta producción está presente en la obra de El principito Antoine de Saint-Exupéry a la que se hace referencia relacionándola la trascendencia cuando perdemos a un ser querido. Tampoco se pierde la oportunidad de denunciar los malos tratos dentro de la familia, en este caso, del padrastro, así como del dolor que causa sobrevivir a la muerte de un hijo en otro de los personajes.
Víctor Alvarado