Crítica
Público recomendado: Jóvenes y adultos
La doctora de Brest ha sido el filme elegido para inaugurar la 64 edición del Festival de Cine de San Sebastián. Basada en la historia real que recoge el libro “Mediator 150 mg”, el filme narra la historia de Irène Frachon, una pneumóloga que al sospechar de la relación entre el medicamento Mediator y un alto número de muertes, decide enfrentarse a la multinacional farmacéutica responsable del producto.
La película resulta interesante principalmente por estar basada en un caso real y, qué duda cabe, por denunciar y poner en entredicho el sistema de salud francés, incapaz de detectar y corregir situaciones en las que el interés económico prima sobre la salud de los pacientes.
A pesar de conseguir mantener el suspense gracias a una narración cinematográfica eficaz, al acabar de ver el filme es probable que el espectador se quede con la sensación de que esta historia ya la ha visto antes. En este sentido la película no se diferencia excesivamente de otros dramas en los que el héroe se enfrenta al sistema para conseguir que algo cambie.
El filme es correcto, tiene ritmo y buenas interpretaciones, aunque no consigue sobresalir. El personaje de Irène Frachon –a quien interpreta Sidse Babett Knudsen, popular en los últimos tiempos gracias a la serie Borgen- resulta algo plano y previsible. Se presenta como una heroína llena de fuerza, convencimiento, y vitalidad, aunque no presenta ningún conflicto interno y sí algún rasgo obsesivo. Más interesante resulta el personaje al que incorpora Benoît Magimel- un investigador y médico puntero que acompaña a la protagonista en su lucha y en el que se mezclan la valentía con la tibieza, y los ideales con una visión más pragmática de la vida.
Emmanuelle Bercot ha dirigido otros trabajos como La cabeza alta o El viaje de Bettie.