Crítica

Público recomendado: +18

Pues tenemos una buena noticia. Porque en España no abundan los biopics de nuestros músicos y nos llega uno muy bueno. Una de las razones de la escasez de películas sobre músicos es que es más sencillo hacer un documental que un biopic. Y una segunda razón es que lo lógico es hacer un biopic de una gran estrella.

Pero aquí tenemos una buena película sobre un músico que para muchos nos ha sido desconocido o que no somos capaces de reconocer ni un título de sus canciones. Y tenemos una muy buena película. Mauricio fue el cantante y compositor de una banda de rockabilly, llamada Más birras, banda de nicho, de estilo muy determinado, una de las variantes del rocakanroll, que en España tiene un circuito no muy amplio, pero sí una estética reconocible, cueros, botas, camisas de cuadros, pañuelos al cuello, guitarras Grestch y una mirada hacia la América de los 50.

La historia es apasionante, contada con lentitud, con parsimonia, que viaja de Zaragoza hasta Argentina, como parte de una necesidad de Mauricio de recomponer una vida rota y una relación con la música que no le lleva a ninguna parte. En la Argentina más rural, que poco tiene que ver con Buenos Aires y los tópicos que de allí tenemos, encuentra un compositor nato, sencillo, alejado de la fama, aunque sus chocarreras -el estilo de canción del lugar- vuelen de garganta en garganta. Este hombre no ha conquistado ni la fama ni la gloria ni el dinero, pero su calidez humana conmueve y transforma a Mauricio, que respeta su saber musical y su sabiduría de la vida.

Mauricio es un visitante que llega allí buscando las huellas de Atahualpa Yupanqui, pero tiene que volver y recomponer su vida. Y necesita que en España se conozca esta música que él ha descubierto. Toda la película está llena de humanidad, de vidas rotas que necesitan recomponerse, de relaciones que se perciben necesarias pero que se tornan inalcanzables. Belleza, dolor, pasión, recuerdo, nostalgia. Es extraordinaria la urdimbre de personajes, situaciones y emociones que ha tejido Javier Macipe en su debut cinematográfico. Gran homenaje a la unión que la música está llamada a provocar, saltando barreras geográficas y sociales. La madera de una guitarra, que una vez estuvo anclada al suelo, es el curioso instrumento que entrelaza vidas para siempre.

Pablo Gutiérrez