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La importancia de llamarse Ernesto y la gilipollez de llamarse Eric

Crítica

Público recomendado: +16

 

 

Ernesto y Eric son la misma persona. Ernesto Jiménez Linares, nombre de nacimiento, y Eric, nombre artístico. Se trata del batería de varios grupos punk-rock desde finales de los años 70: KGB, Lagartija Nick y Los planetas. También podría llamarse esta película “la importancia de ser un buen batería”. En las bandas de rock, el batería y el bajista son más importantes de lo que parece a primera vista. El bajista suele ser invisible, llama poco la atención a pesar de ser decisiva su aportación; el batería es más ruidoso y su importancia resalta más que la del bajista aunque ambos son casi una unidad. “Ninguna banda es mejor que su batería”, o “ninguna banda es mejor que su sección rítmica”, frases absolutamente ciertas.

Eric es por tanto un hombre esencial en sus bandas y el documental es una especie de repaso biográfico y artístico. Lo más interesante recae en sus datos biográficos: Eric reflexiona en voz alta, abriendo e integrando sus heridas, sobre su Granada natal, con un padre ausente; también nos habla de su otro “nacimiento” a la música, de nuevo en Granada, con las procesiones de Semana Santa, con los tambores golpeando rítmicamente retumbando en las calles y en el corazón y el cerebro de Eric, que desde entonces, decidió que la música y los tambores iban a ser su vida. Escapado de casa tempranamente, lleva desde entonces una vida azarosa, de aquí para allá, con mucho trabajo, mucha locura, desparrame, drogas, etc., pero también nos pone encima de la mesa la necesidad de la estabilidad emocional y de dar a su hija el padre que él no tuvo.

Como artista, Eric siempre se ha ganado el respeto y la admiración de sus colegas: en el escenario siempre sobrio, contundente, fiable. Todo lo que se le puede pedir a un batería. Con Lagartija Nick participó en un original proyecto uniendo la actitud y la fuerza de su rock con la voz de Enrique Morente, para cantar a Federico García Lorca, un disco que fue todo un icono de la fusión: Omega, del que también existe un interesante documental. Con Eric, vemos las diferencias que este sostuvo en cuanto al diseño del proyecto y la ejecución del mismo, cuando dentro de la misma banda, sus integrantes van por caminos diferentes.

El documental es de factura muy sobria, Eric conduce el relato, salpicado de entrevistas a sus familiares, especialmente su hermano mayor, y sus colegas de las diferentes bandas; mucha imagen de archivo, y sin recursos a las animaciones que son práctica habitual en muchos de los documentales del rock.

La gilipollez de llamarse Eric es también la muestra del sentido del humor, de la necesidad de no tomarse demasiado en serio a sí mismo, ingrediente esencial para la salud mental.

Pablo Gutiérrez

 

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