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La Maldición (The Grudge)

Caratula de "La Maldición (The Grudge)" (2020) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

Solo hay una idea peor que hacer un remake y es hacer un remake de un remake de otro remake. Pero empecemos por el principio. El film original se sitúa casi veinte años atrás, concretamente en Ju-on (La maldición) (2000) una película editada directamente en vídeo escrita y dirigida por Takashi Shimizu. La idea tuvo tanto éxito que tuvo una secuela casi inmediata, Ju-on (La maldición 2) (2000)  y no contentos con ello se decidió rehacerla casi plano por plano para lanzarla en salas comerciales. El resultado de esto fue La maldición (The Grudge) (2002) –el primer remake-, que también tuvo su correspondiente secuela, La maldición 2 (2003). Llegados a este punto Estados Unidos se fijó en el potencial de la propuesta de Shimizu y decidió hacer su propio remake, El grito (2004) –segundo remake– que tuvo no una, sino dos secuelas, El grito 2 (2006) y El grito 3 (2009), esta última lanzada directamente al vídeo por lo que volvemos a donde empezamos.

Llegados a este punto la productora en posesión de los derechos de la cinta, Ghost House Pictures, propiedad de Sam Raimi (director de culto de películas como Posesión infernal, Darkman o Arrástrame al infierno) y Robert Tapert deciden aparcar más secuelas. Sin embargo, con el paso de los años las relecturas de éxitos más o menos recientes no han hecho más que sucederse de modo que volver a intentarlo con una idea que solía ser barata y muy rentable en las salas comerciales no parecía mala idea. Además, a buen seguro habrán un puñado de jóvenes que no sabrán de qué va esto e irán a verla encantados a la espera de que les hagan pasar un mal rato perfectamente convencional.

Y en este sentido no vale la pena reprocharle un solo plano a La maldición (The Grudge) (2020) –tercer remake-. Siguiendo el patrón de la película de Shimizu su nuevo director, Nicolas Pesce, ha construido una cinta pequeña pero efectiva. Ofrece los sustos esperados (que tal vez por esto cada vez son menos sustos) y no altera en absoluto el modelo de cine de terror convencional. Eso sí, y esto es llamativo, sus protagonistas son actores entrados en años que aportan la verosimilitud de la experiencia y se alejan de los modelos adolescentes propios de este tipo de películas más cercanos a cliché que a una historia más o menos real. Pero sobre todo, y esto es aún más importante, esta nueva versión de 2020 es mucho más oscura, tenebrosa y nihilista que las versiones anteriores y que el género en su conjunto. Porque si la presencia de un mal en el más allá suele implicar un reverso luminoso y hasta divino en esta La maldición no hay espacio para la esperanza porque todo tras la muerte es espesa y nihilista negrura.

Dicho esto, Pesce hace lo que puede con el material que tiene entre manos y salva los muebles con dignidad lo que no es poco para una idea que ha sido exprimida hasta el delirio desde hace ya veinte años. Se advierte que el director conoce el género como ya demostró en su ópera prima, The Eyes of my Mother (2016) aunque en esta ocasión haya reducido al mínimo sus intereses personales y lo haya dado todo por contentar/asustar a la mayor parte posible de público. Es lo que tiene entrar en el sistema.

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