Crítica
Público recomendado: +14
La memoria infinita es un documental que parte de las imágenes tomadas en un diario audiovisual grabado con una cámara doméstica durante el confinamiento de la pandemia Covid. Recoge el día a día del matrimonio del periodista y realizador de televisión Augusto Góngora, fallecido el pasado mes de mayo del 2023, y la actriz Paulina Urrutia, quien fue ministra de Cultura en Chile entre los años 2006 y 2010. El diario audiovisual está fuera de foco en varios momentos, pues Paulina no conseguía hacerse con la cámara mientras grababa las imágenes que mostraban la rutina de la pareja y los cuidados a su marido, enfermo de Alzheimer desde el 2014.
La directora del documental, Maite Alberdi, que nos deleitó con su anterior trabajo El agente topo (2020), realizó La memoria infinita partiendo de ese diario audiovisual grabado por Paulina Urrutia. La película recoge la historia de amor de la pareja, los cuidados de Paulina a su marido enfermo de Alzheimer y la trayectoria profesional del célebre periodista, que fue una eminente figura de la televisión cultural chilena especialmente en los años 90.
A raíz de su paso por el festival de Sundance, donde el documental ganó el Gran Premio del Jurado, tuvo una amplia distribución internacional. Lo verdaderamente imponente es la honestidad de la tierna historia de amor y cuidados del matrimonio. El documental, al mismo tiempo, no esconde en absoluto lo terrorífico de la enfermedad del Alzheimer que llega a angustiar al enfermo y a la cuidadora de formas insospechadas: él se siente desorientado y atrapado en olvidos y fantasías inexplicables y ella, aunque feliz y con una extraordinaria e imperecedera sonrisa, a ratos agotada de luchar contra la pérdida de la identidad, la de su marido y la de ella misma, que se va borrando en la memoria de la persona que más le quiere en el mundo.
Hay instantes memorables en La memoria infinita. A través del día a día de esta asombrosa pareja, la película habla de las cosas verdaderamente importantes en la vida sin necesidad de eruditos discursos: del amor, la ternura, la amistad, la memoria, la identidad, el legado personal, el trabajo bien hecho, la creatividad, la enfermedad, la lucha contra las dificultades, el humor, el arte y el talento de convertir lo cotidiano en algo verdaderamente grande.
Se trata de una historia real y asombrosamente tierna, que emociona profundamente a pesar de sus abundantes planos mal enfocados.
Javier Figuero