Crítica
Público recomendado: +16
Curioso filme de terror acogido por la factoría Blum House, lo que implica la producción de dos veteranos del género: Jason Blum y James Wan. Dirige el desconocido Bryce McGuire, que adapta su propio corto homónimo y lo convierte en un largometraje con buenos momentos pero falto de ideas.
Los Waller son padre, madre e hijos adolescentes. Ray (buen Wyatt Russell, el U.S. Agent de Marvel que aún debe mostrar su potencial), el patriarca, fue estrella del béisbol, pero le han diagnosticado esclerosis múltiple en fase temprana, así que se ha retirado forzosamente. Están buscando nueva casa y deciden establecerse en una que tiene una enorme piscina. El cambio de vida les va a costar a todos, pero con esfuerzo y sacrificios esperan salir adelante. Lo que no se imaginan es que su piscina guarda un oscuro secreto sobrenatural que les afectará de lleno.
Agua y miedo. ¿A qué suena eso? El respetable que tenga un mínimo de cultura cinematográfica habrá dicho ‘Tiburón’, la obra maestra del suspense de Spielberg, y de hecho hay un guiño a dicha película. Pero aquí hay personalidad propia y se nos narra adecuadamente el drama por el que pasa la familia, sin prisa pero sin pausa (aunque algún bajón de ritmo hay); y entonces llegan los sustos, bien medidos y realizados, con sugerentes planos subjetivos dentro de la piscina que ayudan a que el espectador se meta de lleno en el metraje.
Lo cierto es que el guion es el justito (se nota que originalmente era un corto), pero también lo es que se atreve a mostrar unión familiar padre-madre-hijos sin estridencias ni concesiones “modernas”, mensajes positivos en torno a ella, también sobre el sacrificio, la entrega, la capacidad de sobreponerse a las propias limitaciones, a mirar hacia delante cuando hay sufrimiento en el pasado, e incluso una fugaz mirada al cristianismo explícito de un personaje, que luego se queda en casi nada, pero ahí está.
Es terror serie B y se nota en el desenlace, con muchos frentes abiertos durante el metraje pero cero ganas de cerrar alguno, aunque lo cierto es que entretiene y el clímax es coherente con lo narrado, incluso se conciencia de una pésima idea que demasiadas veces se lleva a cabo sin ser conscientes de las tremendas consecuencias que puede conllevar: bañarse en una piscina sin supervisión. Los fans del terror y el thriller lo verán con agrado siempre que no sean muy exigentes.
Miguel Soria