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La tierra prometida

Crítica

Público recomendado: +16

Nos llega la candidata por Dinamarca al Oscar a mejor película internacional. Si bien no ha conseguido finalmente la nominación, estamos ante una buena muestra de cine europeo bien hecho y que trata temas de interés, además de contar con el gran reclamo del actor Mads Mikkelsen.

La historia se desarrolla en 1755. Un capitán del ejército solicita permiso para instalarse en los páramos de Jutlandia, un árido terreno que no ha sido capaz de producir nada para el país. Además de las duras condiciones que encuentra, el capitán Kahlen deberá enfrentarse al cacique de la zona.

La tierra prometida es un relato de corte clásico, que utiliza algunos arquetipos como el hombre frente a una naturaleza hostil, el personaje solitario que acaba descubriendo su necesidad de establecer vínculos, o la relación entre la ley y la justicia. Todo ello se integra en una historia que, si bien es un melodrama bastante convencional, está bien contada, con un ritmo y un tono adecuados, y además deja espacio a cuestiones más profundas. Porque no es casual el título con resonancias bíblicas. Ya en la primera conversación entre el capitán Kahlen y el cacique vemos que el conflicto entre ellos llega a las raíces de sus propias convicciones: el rico terrateniente expresa un credo totalmente hedonista y nihilista, mientras Kahlen confía en la providencia, lo cual le hace perseverar ante los más terribles inconvenientes. Es por ello que el sacerdote es de los pocos que permanecen a su lado cuando todo parece hundirse.

Las vicisitudes ocasionan que el capitán cree una unidad familiar que surge de las circunstancias, y donde se da la acogida de una niña que vive perseguida por la intolerancia y la superstición. La historia, por tanto, tiene un fondo positivo y humanamente interesante.

También encontramos virtudes en el apartado formal. En la mejor tradición del cine nórdico, el director nos ofrece hermosos planos amplios de los áridos paisajes, de modo que siempre existe una relación de los personajes con el entorno. De esta manera, la transformación de ese espacio en un campo fértil viene a simbolizar la vida que surge en el interior de Kahlen. El trabajo de fotografía está a la altura de esas intenciones creativas. Y como no podía ser de otra forma, Mads Mikkelsen ofrece una gran interpretación, a partir de un personaje que no lo facilita, dado su carácter reservado y taciturno. Es en sus miradas y silencios donde percibimos todo el arco de transformación del personaje.

En el apartado negativo, podemos criticar el retrato demasiado maniqueo del villano, la aparente apología de la venganza, así como el hecho de que la película parece conformarse siendo correcta. Da la sensación de que falta la ambición de ofrecer algo más grande, dado los elementos de los que disponía.

En cualquier caso, es una propuesta muy recomendable.

Federico Alba.

https://www.youtube.com/watch?v=pQ6E5i1GO7c

 

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