Crítica:
Público recomendado: +7
Ya está en cartelera Sala de profesores, una de las películas más interesantes del año. Esta cinta narra unos sucesos particulares con vocación de universalidad, logrando retratar de manera bastante verosímil varias cuestiones que nos son muy contemporáneas.
Candidata al Óscar a mejor película extranjera, el film aborda un tema tan crucial como la educación en la preadolescencia. Esos años de colegio en los que vamos viviendo episodios fundamentales que nos preparan a lo que va a ser el salto a la vida adulta, donde afloran cuestiones como la propia capacidad, el ser parte del grupo, la relación con los compañeros y con la autoridad. Factores que empiezan a vivirse con mayor dramaticidad en estos años.
A todo ellos vemos que se enfrenta Carla, profesora de matemáticas y educación física en un instituto en el que los profesores empiezan a detectar pequeños hurtos de dinero y material. Nadie sabe qué sucede ni quién es el autor del delito, hasta que alguien halla ciertas evidencias que insertan al espectador en un thriller que nos mantendrá pegados a la butaca hasta el final.
El realizador y coguinista de la película, Ilker Çatak, se ha esmerado por visitar numerosos colegios alemanes para dotar del mayor realismo a su historia, que por cierto está de algún modo basado en hechos reales que a él mismo le sucedieron cuando era colegial. La increíble Leonie Benesch hace el resto, siendo una de las pocas actrices capaces de sonrojarse, junto al resto de un elenco en el que los niños también contradicen al propio Hitchcock cuando aseguraba que no eran capaces de actuar.
La virtud de esta cinta es que sabe poner delante el conflicto que se da ante la ausencia de una certeza sobre la verdad de los hechos. Sala de profesores puede considerarse una muestra aleccionadora de los innumerables conflictos que surgen cuando no conocemos la verdad o terminamos por no interesarnos honestamente por ella. En algún momento llegamos a la pregunta de Pilato a Jesucristo: quid est veritas?
Es una virtud sana y muy humana la de la búsqueda de la verdad, y en esta cinta sale a la luz que la honestidad es un factor indispensable a la hora de conocerla. Pero por lo que Sala de profesores resulta interesante es porque es cierto que, como dice el director, puede darse una dificultad a la hora de resolver algunas cuestiones en la vida. Entre la certeza y la duda, hay siempre episodios en la vida que se nos escurren más allá de nosotros mismos.
Por otro lado, esta película nos pone delante que vivimos en un mundo que funciona por dinámicas que nos alejan de ella, lleno de interpretaciones que esconden intereses, de “fake news” en las noticias y de posverdad en la política. Sabemos que esto está a la orden del día y Sala de profesores nos hace partícipes de las implicaciones que tienen este tipo de comportamientos entre las cuatro paredes de un aula. Esto, junto con otros temas de fondo como la privacidad, la censura, el sensacionalismo, el racismo o la rumorología.
En algunos momentos notamos que el director denuncia todo esto con un cierto grado de grandilocuencia y exageración. Esto nos saca del tono realista del film y nos hace entender que el un tanto exageradas, y ahí se nota que Çatak está interesado en plantear estas cuestiones por encima de la historia. A algunos les molestará, a mí me encaja perfectamente.
No puede tampoco pasarse por alto la visión educativa alemana, que sabemos marcada por una tradición cultural protestante, donde se discute por la corrección moral del prójimo de una manera más incisiva y connatural de lo que sucede en otras países del mundo.
Dicho todo esto, no se puede negar que estamos ante una gran película, que nos despierta unas cuantas preguntas y nos sacude sanamente en nuestra butaca, especialmente por narrar con mucho respeto un tema tan delicado como la educación en la infancia. Como decía el protagonista de la análoga Profesor Lazhar (2011): “me preocupan los niños, siempre me los imagino como adultos hablando como niños”.
Ignacio Álvarez O´Dogherty