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La vida de Brianeitor    

Crítica

Público recomendado: +7

Impresiona cómo un joven de 21 años es capaz de alegrar e inspirar a tantas personas. Se trata de Brian, un almeriense que padece atrofia muscular degenerativa y cuya afición a los videojuegos ha cambiado su vida. El propio Brian dice haber pasado de “estar a punto de morir” a tener más de dos millones de seguidores. Su imagen, vulnerable y dependiente en una silla de ruedas, contrasta con una personalidad alegre, animada y ácida, capaz de responder con ingenio y astucia. Un alma libre y alegre que se ha colado en las redes sociales y en el universo de los videojuegos; un mundo muchas veces endogámico y cerrado en sí mismo. El testimonio que da Brian, con su vida, su gran capacidad para comunicar y su alegría, está conquistando los corazones y las casas de millones de personas. Como dice el propio Brian, con buena actitud y mucho esfuerzo se puede lograr todo lo que nos propongamos.

Este documental, dirigido por Álvaro Longoria, creador y productor cántabro, está estructurado con inteligencia, sabiendo dosificar los hechos más importantes de la vida de Brian: desde la muerte de su madre, el fichaje por el equipo de gamers Team Heretics (uno de los más grandes del mundo) o su debut como protagonista en la película Campeonex de Javier Fesser. Pero si hay un corazón en el documental es aquel que refleja la importancia de la amistad y la familia para Brian. Hermoso cómo el padre cuenta la relación con sus amigos, la importancia de las reuniones familiares o el deseo que tiene Brian de ser amado y de tener su propia familia. El ritmo del documental, siempre inspirador, sabe mantener la positividad manteniendo la emoción en alza, sobre todo en la parte final.

En cuanto a la forma, debemos destacar el grafismo con colores brillantes y las fuentes elegidas, que buscan encajar en un público joven concreto. El lenguaje que se utiliza, afecta incluso al guion, pues se incluye un simpático diccionario para los menos familiarizados con el mundo gamer o el de las redes sociales. Toda esta “forma” tiene la intención buena de “normalizar la discapacidad”, favorecer la inclusión verdadera que, junto a unas estupendas dosis de humor, convierten estos 75 minutos en una aventura ligera y hermosa a agradecer.

Mención a parte requiere la expresión de la fe en este documental. Una fe sufrida por una enfermedad complicada y por una situación familiar de extrema necesidad económica. El propio Brian le dijo a su padre que antes de irse, tenía algo grande que hacer. Como, por ejemplo, testimoniar el don hermoso que es la vida, que es vivir. En una sociedad cuyas estadísticas sobre el suicidio van aumentando, ver a Brian alegre, jugando y comentando su vida (vulnerable desde su silla de ruedas) es una tierna lección sobre el don que todos tenemos. De alguna forma, siempre estaremos en deuda con él. Interesante también cómo se menciona que la Iglesia esperó a Brian para hacer la Comunión, e incluso le dejó un espacio propio, quizás tras alguna intervención médica complicada.

En definitiva, una historia conmovedora y muy actual que remueve y zarandea, capaz de interesar a todos esos jóvenes que pasan horas y horas metidos en los videojuegos. Valiosa herramienta también para cineforums, padres, colegios y profesionales con fines educativos, pues la película logra conectar con el momento presente, con mucha autenticidad, y sin pretensiones o moralejas impuestas. Muy recomendable.

Carlos Aguilera Albesa

https://www.youtube.com/watch?v=_BdItTIoSK4

 

 

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