Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

Las golondrinas de Kabul

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: + 13

Una obra maestra sin matices, Las golondrinas de Kabul, amarguísima e imperecedera acuarela, nos narra el desgarrador acontecer bajo el siniestro régimen talibán. Dirigida con mano diestra por sus brillantísimas directoras, Zabou Breitman y Eléa Gobbé-Mévellec, la cinta francesa, adaptación de una novela corta de Yasmina Khadra, pseudónimo femenino que utiliza el escritor argelino Mohammed Moulessehoul, muestra descarnadamente el atroz devenir del horror talibán.  Con ecos de la dickensiana Historia de dos ciudades, el film recorre el devenir de dos parejas para mostrarnos el horror en estado puro.

Asfixia desde el inicio. Lapidaciones, ahorcamientos, arbitrarias palizas, tabúes absurdos, actos gratuitos de violencia, ejecuciones sumarias, todo ello sólidamente metabolizado en la vida cotidiana. Todo prohibiciones. Escuchar música, cine y teatro, poseer un nombre no islámico, tabaco y alcohol. Y las mujeres, restricciones aún más ridículas y estrictas. La liquidación de la mujer se muestra tanto en el plano físico como, sobre todo, en el moral. Otra de las prohibiciones talibanes, la benemérita risa, desencadenará un sobrecogedor giro a todo el relato.

La sharia, ley islámica, aniquilando cualquier ápice de libertad. Un escalofriante sistema de terror absoluto, liberticidio consumado, alas tronchadas, mucho más en el caso de las mujeres. Cualquier mínima rebelión, pulverizada. La barbarie hecha carne, con todo el aparato represor del Estado a su servicio. Demencia criminal, terror espiritual, tal que Persépolis y Vals con Bachir, Las golondrinas de Kabul ahonda con pavorosa desolación en el acaecer diario de un régimen extremada y sanguinariamente brutal.

El burka, paradigma del mal. Desde el principio, mordaz burla contra él. La capitulación ética y política de los afganos, estrujados por el terror que rigió Afganistán entre 1996 y 2001, narrada con una cálida gelidez, valga el oxímoron, mixturando realismo y abstracción, hiere en lo más íntimo del ser. Tras tanta desolación, algunos ojos se abren, la esperanza brota, la libertad triunfa. El mal pierde. Y los espectadores proseguimos con una difusa miscelánea de sentimientos encontrados tras haber asistido a una película sencillamente indeleble y magistral.

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad