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Legado en los huesos

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

La adaptación de novelas de sagas al cine es una cuestión recurrente, pues ofrecen continuidad al público que les enganchó el texto al tiempo que suponen un riesgo porque no siempre sus lectores identifican el filme con el que se habían hecho en sus cabezas.  Podría ser el caso, para algunos, aunque no para otros, de Legado en los huesos, del director navarro Fernando González Molina (Fuga de cerebros, Tres metros sobre el cielo, Tengo ganas de ti…) que ya dirigió El guardián invisible, adaptación ambas de la Trilogía del Baztán, de la escritora Dolores Redondo.

El guion de Luiso Berdejo arranca con el protagonismo de la comisaria Amaia Salazar (Marta Etura: El hombre de las mil caras, Los últimos días, Celda 211…) que ya resolvió en la primera entrega, El guardián invisible, los crímenes en el valle del Baztán, que tuvo en jaque a la policía. En esta segunda, Salazar, embarazada y decidida a dejar atrás el terror de aquellos momentos, tiene que volver a asumir un suceso inesperado: el suicidio de varios presos que dejan una única palabra escrita en la pared de sus celdas, “Tarttalo”. Los peligros de antaño vuelven a alterar la vida de la inspectora, que deberá enfrentarse a este nuevo caso.

Leyendas, sacrificios rituales en los que aparecen esqueletos con brazos cortados, huesos de niños… son el escenario con el que tiene que lidiar Salazar y el resto de la policía foral. En el imaginario público de los pobladores del norte de Navarra, se considera la huella de los agotes, pueblo marginado y perseguido, sobre el que en pasados siglos recaían las acusaciones de ritos satánicos y que vuelven a ser recordados y acordados en el presente.

En el filme, hay crítica contra la Clínica Universitaria de Navarra, del Opus Dei, personificada no solo en la figura del padre Sarasola (Imanol Arias: Despido procedente, Sordo, Un asunto privado…), sino también en su protocolos de actuación con respecto a las visitas en el centro hospitalario, como es el caso de Rosario, madre de Amaia, (Susi Sánchez: Entre rojas, La mirada de otro, La vida de nadie…), sometida a terapias psiquiátricas.

Esta segunda entrega de la Trilogía del Baztán supuso en gran reto para todo el equipo del filme, tanto técnico como actoral, pues Legado en los huesos se rodó al mismo tiempo que Ofrenda a la tormenta, tercera y última parte de la trilogía que llegará a los cines el 3 de abril de 2020.

Al rodaje, se incorporaron, entre otros, el aludido Imanol Arias, en el papel del influyente y estirado padre Sarasola, y Leonardo Sbaraglia (En la ciudad sin límite, Plata quemada, Fotos del alma…) como el Juez Markina, bien dirigidos, como el resto del plantel por Fernando González Molina.

Para quien no ha leído los libros de la saga, como es el caso de quien les escribe, las alusiones a situaciones y nombres de personajes les puede llevar a despistarse en la trama y a perder el hilo en algunos momentos, pero la velocidad de los sucesos que aparecen en la pantalla les servirá de anclaje para centrarse. En este sentido, están muy bien rodadas las secuencias en la gran lluvia que asola el norte de Navarra, donde la policía sigue la pista del asesino, vadeando, la comisaria y alguno de sus inspectores el río embravecido del lugar.

Legado en los huesos es una más que aceptable propuesta de película de acción española, pero pierde credibilidad y gana en anticlericalismo al cuestionar una de las instituciones médicas más reputadas en el plano internacional, la Clínica Universitaria del Opus Dei, y a su arrogante padre Sarasola.

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