Crítica

Público recomendado: +18

En un principio la temática del film no parece nada original. Barrio conflictivo de París con inmigrantes musulmanes, mafias de zona, delincuentes varios y trapicheo con drogas. Del otro lado, policías pasados de frenada, carentes de idealismo y de una conciencia moral definida. En medio, el policía nuevo honesto que cree en lo que hace y quiere hacerlo bien. Todo esto está ya visto. Sin ir más lejos, a la vez que este film se estrena la película española Adiós, con una estructura calcada a la que acabamos de describir. Pero lo interesante es la personalidad visual y dramática que imprime el activista Ladj Ly, un afro-francés de origen malinés, criado en un barrio como los que describe el film y con experiencia en el documental. La película es muy autobiográfica y quiere mostrar sin juzgar lo que es la vida cotidiana de los supervivientes del sistema, incluyendo entre los supervivientes a los policías. Ladj Ly no ha querido hacer un thriller, aunque el formato sea del género, sino una película de denuncia social y política, al estilo de Ken Loach o Costa-Gavras. Por cierto, que como el hijo de este último, Ladj Ly ha abierto en su barrio una escuela de cine para los chavales que están en grave riesgo de exclusión social.

La película, sobre todo su final, tiene algo de propuesta revolucionaria, que muchos pueden entender como una llamada a la violencia, y recuerda mucho a aquella tremenda cinta de Mathieu Kassovitz, El odio, de 1995. Sorprende qué poco han cambiado las cosas desde entonces. De todas formas, con buena voluntad se puede descubrir un hilo de esperanza en la película, gracias a personajes como el novato agente Ruiz, el Gomina (Damien Bonnard) o al imán Salah (que por cierto interpreta el también activista Almamy Kanouté). Una película interesante, que a la vez que entretiene, ofrece mucha materia prima para pensar.