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Liuben

Crítica

Público recomendada: +18

Víctor, arquitecto búlgaro, de 27 años y afincado en Madrid, regresa a su pueblo natal, con motivo del fallecimiento de su abuelo. Allí vuelve a conectar con los recuerdos de su infancia, redescubre sus raíces, y de una manera anecdótica, conoce a Liuben, un gitano menor de edad que vende sandías en la carretera.

Víctor se deja envolver por la atmósfera de su pueblo, y sin una fecha de regreso delimitada, se queda allí unos días, arregla la antigua moto de su padre, visita su colegio, ve a su amiga de la infancia… dejándose sorprender por el encanto y de ese lugar especial para él.

Sobre todo, lo que más llama su atención es Liuben, un chico de 17 años, de raza gitana, que se gana la vida vendiendo sandías al lado de la carretera. A Víctor le fascina su gracia y desparpajo, radicalmente diferente a su entorno familiar y más aún, a su refinada vida en Madrid, donde trabaja como arquitecto y convive con José, su novio, varios años mayor que él.

La cámara se mueve y encuadra planos con un cuidado toque personalista, retratando de una manera casi bucólica una realidad dura, aparentemente sin ninguna atracción ni reclamo, donde por desgracia coexisten el racismo, la corrupción, el alcoholismo o el bullying escolar. Sin embargo, desde detrás de la cámara, Kostrov embellece todo desde la óptica de Víctor, un adulto convertido en niño y liberándose de las ataduras de una vida convencional que no le hace feliz.

Liuben representa para Víctor lo diferente, lo original, lo divertido, lo inocente, lo nuevo, lo radical. Es por ello que se encapricha con él, pues aparece en un momento de su vida en que necesita un cambio. La historia de amor entre Víctor y Liuben es tierna y delicada, está tratada con simpatía y respeto, aunque ya avisamos que algunas imágenes no serán del agrado de todos. Probablemente se trate de un reclamo personal del director que una exigencia del guion, convirtiéndose así en la primera película LGTBI de Bulgaria, algo muy codiciado por Kostov. Los personajes están muy bien escritos y caracterizados, a excepción de la madre, de quien no conocemos demasiado, con un background algo misterioso y poco detallado.

El director Venci Kostov (1987, Bulgaria) ha trabajado anteriormente con financiación y con talento español: Ya lo hizo en su cortometraje El Hijo, con fotografía de Fran García Vera, guion compartido con Enrique de Tomás y un elenco de actores españoles, así como en el documental La Zaranda, que se sumerge en el proceso creativo de una de las compañías de teatro más longevas de España, con extensas giras nacionales e internacionales.

Esta es una coproducción búlgara-española, de nuevo Venci Kostov nos deleita con la fotografía Fran García Vera (El Hijo), la deliciosa música de Sergio de la Puente (La Zaranda).

Rosa Díe

https://www.youtube.com/watch?v=XziXBV10zeQ

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