Crítica

Público recomendado: +16

En un mercado colapsado por las secuelas, remakes, reinicios y tantos vocablos para delatar a películas no originales, se agradecen apuestas distintas y novedosas que no descubren la pólvora aunque tengan margen de mejora. Vesper es una producción europea que nos llega de Lituania, Francia y Bélgica, casi nada. Podemos ir olvidando los cánones del cine americano, con grandes persecuciones, efectos especiales, cientos de extras y paisajes de ensueño, Vesper es mucho más íntima y de menores proporciones.

Vemos un futuro distópico (no sabemos la fecha exacta) en el que ha colapsado el ecosistema de la Tierra y los alimentos escasean ya que los animales se han extinguido y solo queda la esperanza de que las semillas germinen en un mundo demacrado. El único sitio donde la vida es más o menos decente es en las Ciudadelas, pero claro, su acceso es muy restringido. En este contexto Vesper (Raffiella Chapman), una niña de 13 años, lucha por sobrevivir y cuidar a su padre paralizado, con quien se comunica gracias a un dron que se diría inspirado en la mítica pelota Wilson de ‘Náufrago’ (Robert Zemeckis, 2001). Entonces se cruza en su vida una misteriosa mujer con un secreto que la obliga a utilizar su ingenio, su fuerza y sus habilidades para luchar por la posibilidad de un futuro.

Ciertamente la premisa es interesante y está llevada a cabo técnicamente con mimo por parte de Kristina Buozyte y Bruno Samper, cuidando de los personajes importantes para poder entenderlos bien, y tomándose su tiempo para mostrar el demacrado mundo y sus peligros. Sin embargo el principal problema de la película es su tempo, tremendamente lento, donde parece que puede llegar un ritmo que nunca llega (los 114 minutos se hacen largos). Y además hay una pequeña concesión a la ideología LGTBI aunque se puede pasar por alto porque dicha concesión tiene sentido en la trama y ayuda a que avance de forma más o menos realista.

Por fortuna se introducen pequeñas reflexiones sobre lo que nos hace realmente humanos, los peligros de la deshumanización (buen Eddie Marsan aunque su personaje sabe a poco) y de creernos dioses con derecho a decidir sin miramientos sobre la vida ajena, y la verdad es que la conclusión es positiva, cosa que se agradece.

Por ello Vesper es un aceptable entretenimiento siempre que se esté dispuesto a perdonar sus carencias y su ritmo (o falta de este).

Miguel Soria