Crítica
Público recomendado: +16
En Llegó a Mí Peter Dinklage interpreta a Steven Lauddem, un compositor de ópera deprimido que sufre un grave bloqueo creativo como escritor. En uno de sus ataques de pánico, Patricia (Anne Hathaway), su esposa y ex psiquiatra, le obliga a dar un paseo con el perro para despejarse.
Durante esta caminata, en un bar de Nueva York, Steven se encuentra con Katrina (Marisa Tomei), la dueña de un remolcador que confiesa ser adicta al romance y obsesionarse fácilmente con sus amantes. Ambos acaban en la cama y Steven huye de la situación, pero su bloqueo creativo se disipa, llevándole a componer una estupenda obra operística totalmente inspirada en Katrina. En el estreno de la misma, la mujer reaparece y cuenta al artista que se ha mudado a Nueva York para estar con él. Así, se crea un triángulo amoroso entre Steven, Patricia y Katrina.
La película se detiene también en una insustancial subtrama: el romance entre Julian (Evan Ellison), el hijastro de Lauddem, y su novia Tereza (Harlow Jane), hija de Magdalena (Joanna Kulig), la mujer que ayuda con las tareas del hogar de Patricia y Steven. Dado que Julian tiene 18 y Tereza 16, el extraño padrastro de la chica desaprueba la relación amorosa y presenta cargos por abuso.
Llegó a Mí oscila entre estas dos líneas argumentales que acaban uniéndose al final del metraje de una manera forzada. El resultado es una amalgama de ideas, personajes y relaciones desdibujadas, presentadas de forma sinuosa y desequilibrada.
La directora y guionista, Rebecca Miller, perfila esta propuesta como una comedia un tanto excéntrica, que evoluciona hacia el melodrama y acaba convirtiéndose en una historia de relaciones carentes de autenticidad. A lo largo de 1 hora y 42 minutos se experimentan demasiados cambios tonales sin la pericia para unirlos satisfactoriamente y, hacia el final de la película, algunos personajes toman decisiones sin sentido.
Al mismo tiempo, la trama no es capaz de ofrecer conflictos dramáticos convincentes y tampoco es muy divertida en sus pasajes cómicos. Todo esto se evidencia desde el principio del film y especialmente en la última media hora, que es un cargante desatino.
Por todo ello, es normal sentirse totalmente desconectado de los personajes y del argumento en lugar de implicado e interesado en lo que sucederá a continuación o al final de toda esta absurda combinación.
El reparto de Llegó a mí, que es también mayor reclamo del mismo, no tiene la culpa de que la película posea una crisis de identidad tan evidente. De hecho, Dinklage, Hathaway y Tomei (las dos ganadoras de Oscar) son sólidos y despliegan su talento intentando aportar matices a sus papeles. No obstante, especialmente en el caso de los personajes de Patricia (psiquiatra reprimida y obsesionada con la limpieza) y Katrina (mujer extravagante y desquiciada) son tan estereotípicos que, incluso contando con su maestría, es difícil lucirse y compensar el resultado final.
Larissa I. López
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