Crítica
Público recomendado: +12
Llega una de las películas favoritas para la próxima edición de los Oscars, y aún más importante, una autobiografía nada disimulada de Steven Spielberg, el director de cine más importante de los últimos 50 años. Un regalo para sus seguidores y para los amantes del cine en general.
Sammy Fabelman queda marcado la primera vez que sus padres lo llevan al cine. Desde entonces surge en él la vocación por hacer películas, a la vez que su familia se empieza a descomponer.
Steven Spielberg no ha ocultado nunca que ha usado el cine como sustituto del psicoanálisis. Así, muchas de sus películas tienen claros componentes autobiográficos, a veces mezclados con elementos de cine de género, incluso fantástico. Tal es el caso de E.T. El extraterrestre (1982), que el director considera su película más personal (al menos hasta ahora). El tema de la ruptura familiar aparece de forma recurrente en su obra, y Spielberg siempre ha reconocido que el divorcio de sus padres le marcó de forma indeleble. Si bien al principio de su carrera las figuras paternas eran retratadas de forma negativa o directamente ausente (Spielberg creció pensando que su padre abandonó a su familia), posteriormente descubrió su propia paternidad, lo cual se empezó a reflejar en su cine, y finalmente se reconcilió con su progenitor, al descubrir que en realidad fue su madre la que rompió su familia a partir de una infidelidad.
Curiosamente, Spielberg altera ciertos aspectos biográficos en Los Fabelman precisamente para presentar al espectador la realidad de la situación, aunque él en aquel momento no la viviera así.
Como era de prever, la película está cargada de pura emoción. Emoción cinéfila ante el descubrimiento vocacional del futuro genio, y emoción personal ante la complicada situación familiar. Lo más conmovedor, en cualquier caso, es que Spielberg no juzga a sus personajes, por mucho que sus acciones tengan consecuencias negativas. Es una película llena de amor y agradecimiento. Sus padres son retratados como las dos partes de su propia personalidad creativa: el interés científico y tecnológico le viene por su padre, la parte más emocional y artística por su madre.
En el aspecto cinematográfico, Los Fabelman es también un absoluto disfrute. Se puede decir que todo el cine de Spielberg está contenido en ella, desde el misterio mágico de Encuentros en la tercera fase (1977) o E.T. hasta sus dramas bélicos como Salvar al soldado Ryan (1998) o thrillers como Atrápame si puedes (2002). Y de esta manera, el espectador entiende que ese estilo, esa manera de mirar el mundo, surge de la propia experiencia vital del director y su percepción personal de la misma.
Pocas veces hay tantas razones por las que recomendar una película. Es muy probable que dentro de muchos años se siga estudiando por todo lo que significa como clave del cine de un director fundamental, además de por su propio valor como la excelente película que es.
Federico Alba