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Mi otro Jon

Crítica

 Público recomendado: +7

La abuela Merche es entrañable, divertida, adora a su hija y a sus nietos, y soporta malamente a su yerno. Cuando se entera de que tiene un cáncer terminal, su último deseo es viajar a Canarias con su hija para ver el mar. El cáncer es tan agresivo que la única forma de cumplir su sueño es que ocurra un milagro, y mira, ocurre: la hija contacta con unos científicos que consiguen trasladar el alma de la abuela Merche al cuerpo inerte de Jon, un camionero gigantón, gracias a quien la abuela dispone de tres días de felicidad en las islas, junto a su hija, en un cuerpo distinto al suyo.

Una trama enrevesada, ¿verdad? Pues el director es capaz de hacer un triple mortal y en la misma peli concentrar un club de amigas veteranas que cumplen sus más insondables sueños, articular una comedia de parejas de enredo sin pies ni cabeza ni desperdicio, hablar con ternura y profundidad de la enfermedad y la muerte, rozar el humor mágico y surrealista, y todo ello en tono familiar, con algún momento más subido de tono.

Dirigidas por Paco Arango, Los Rodríguez y el más allá (2019), Lo que de verdad importa (2016), Maktub (2011), el director vuelve a la carga con una comedia trepidante, divertida, caótica y en esa línea disparatada que ha desplegado en anteriores trabajos.

Destacan un guion entretenido y alocado y las interpretaciones del cuarteto formado por la abuela (Carmen Maura), la madre (Olivia Molina), el padre (Carlos Santos) y Jon (Fernando Albizu), que funciona de maravilla. La entrañable actuación de Carmen Maura, que toca el cielo en algún momento, está muy bien acompañada de sus veteranas amigas, espléndidamente interpretadas por María Luis Merlo, María José Alfonso y Marisol Ayudo. La verdad es que todo el equipo artístico funciona bien y Arango logra personajes poderosos.

Destaca ese trasfondo positivo y alegre, alineado con la vida y sus pequeños grandes momentos, que paradójicamente en no pocas ocasiones aprendemos a apreciar de la mano de la enfermedad, el dolor y la muerte. El director hace una apuesta contundente por la cara positiva de la vida y los vínculos familiares fuertes, que superan obstáculos arduos y complicados y se abren a la trascendencia.

Con sus altibajos, exageraciones y caos, se trata de una deliciosa y divertida ida de olla de Paco Arango, con mucho humor, ritmo y buenas interpretaciones, que arrancará unas cuantas risas y alguna que otra inevitable lágrima llena de ternura. Buena apuesta para pasar un buen rato en familia. Además, los beneficios íntegros están destinados a ayudar a niños con cáncer.

Javier Figuero

https://www.youtube.com/watch?v=Aq9zXEXFP18

 

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