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Monstruo

Crítica

Público recomendado: +18

Dos acontecimientos enmarcan lo narrado en Monstruo (Hirokazu Koreeda, 2023) y tienen que ver con elementos naturales: el incendio de un edificio y la llegada de un tifón. Fuego y agua cuentan con muchos significados simbólicos, pero esta vez nos quedaremos con el más inmediato. Que el último extingue al primero.

La cinta inicia con un edificio en llamas, un tilt hacia arriba que deja ver las chispas que saltan de las llamaradas y el cielo de noche de fondo. Saori (Sakura Ando), viuda y madre de Minato (Soya Kurokawa) ve el incendio a lo lejos. Parece más su hermana mayor que su madre, pues Saori apenas empieza a preocuparse por su hijo a partir de que este se tira del coche en movimiento (¡!) o que desaparece. Esto después de que Saori notase una serie de comportamientos extraños, que asumimos se toma como «cosas de niños» (Minato debe estar cerca o en la pubertad) y que el niño adjudica a instrucciones «del profesor Hori». Preocupada entonces, acude al colegio a hablar con la directora, para encontrarse con otro muro de comportamientos extraños. Frustrada, decide ir más lejos, involucra a abogados y el problema llega a las páginas de los periódicos.

El asunto está en que Saori, y nosotros espectadores, no tenemos el puzle completo. Algo que Koreeda ha vigilado con la atención al detalle de un relojero, para contar entonces qué es lo que está pasando alrededor de Minato desde tres puntos de vista: el de la madre, el del profesor Hori (Eita Nagayama) y el del propio Minato y su amigo Yori (Hiiragi Hinata). Sin los obvios señalamientos de cuándo empieza un punto de vista nuevo en rótulos, cosa que se le agradece al director, el punto de referencia es volver al incendio, y sabemos que se ha cerrado otro cuando llega el tifón. Así, Koreeda y su guionista, Yuji Sakamoto, juegan con los prejuicios del espectador en un ambiente que recuerda mucho a El tercer asesinato (Koreeda, 2017), thriller judicial donde la verdad resulta esquiva.

En Monstruo hay mucho de esta búsqueda de una revelación de la verdad, una que se va mostrando muy poco a poco, a pedazos, y como siempre en la obra del nipón, tiene que ver con la familia y su repercusión en la sociedad. Buena parte de los personajes principales de este drama guardan luto, toman malas decisiones, o son incapaces de sobreponerse a sus circunstancias. En el centro, la historia de amistad y amor de dos niños; en los extremos, el fuego que busca el renacimiento simbolizado por el agua. En el medio, el resto haciendo lo que puede, bajo la mirada piadosa de Koreeda. Así, Monstruo va despojándose de los malentendidos y deja para el final el núcleo de la cebolla, una vena que no habíamos visto en el director pero que conserva su tono optimista de siempre.

Narcisa García

https://www.youtube.com/watch?v=e6gwhluzkD0

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