Crítica
Público recomendado: +14
La película cuenta la historia del joven coreano Kim Dae-Geon, que con tan solo 25 años murió mártir y con el honor de ser el primer sacerdote católico coreano, conocido más tarde por San Andrés Kim, tras su canonización en Seul, el 6 de mayo de 1984 por San Juan Pablo II, junto a otros 102 mártires de la persecución religiosa en Corea durante el siglo XIX.
Los rótulos de la película nos ponen en situación: Corea, los primeros conversos del país fueron bautizados en Beijing en 1784 y crearon allí una incipiente comunidad católica, pero tras la primera persecución religiosa de Shinyu, en 1801, la comunidad tuvo que vivir muchos años sin sacerdotes. El 12 de enero de 1836 el primer sacerdote occidental entró en Corea. Y ahí comienza la película: con un sacerdote cruzando clandestinamente la frontera.
El joven Andrés Kim pudo ser aventurero, científico, dibujante, geógrafo, etnógrafo, escritor, porque tenía unas grandes cualidades humanas que él finalmente dispuso para extender el catolicismo en su país. La comunidad creyente en Corea floreció con profundas raíces y su fe recuerda a la de los primeros cristianos del Imperio Romano. Cuando uno de los sacerdotes franceses siente que la persecución arrecia afirma: “la gente aquí no solo glorifica a Dios, también trabajan juntos y comparten todo. Es como si estuviese viendo esa Iglesia primitiva que vivía junto a Jesús. Ojalá pudieran vivir así sin ser perseguidos”.
La fe de esta comunidad es tan clara que emociona, más ahora que la religión en Occidente se muestra tan debilitada. Nacimiento refleja la sencillez interior y exterior de una comunidad católica que tiene bien asimilado lo importante de la vida: amar a Dios y a los demás.
Cuenta con un cuidado diseño de producción que ayuda a recrear los territorios de Corea y China del siglo XIX con buena factura visual. Si hay un pero es su densidad narrativa: la película aborda, en casi dos horas y media, demasiadas subtramas, personajes y acontecimientos que en su conjunto resultan un poco abrumadores para el espectador. Pero compensa conocer la historia y el gran calado de los protagonistas del nacimiento de la fe cristiana en Corea.
Es llamativa la avidez de sabiduría del joven Andrés Kim y la alegría con que celebraba sus descubrimientos durante los viajes, con los mapas que trazaba o el sextante que aprendió a manejar.
Con un ritmo más pausado y propio de la civilización oriental, abundante información histórica, pasajes con peligros, viajes, huidas, engaños, temores y persecuciones, Nacimiento es sobre todo un homenaje a la figura de los sacerdotes, que son considerados por la comunidad coreana como el mayor regalo del cielo.
Javier Figuero