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Paterson

Caratula de "Paterson"

Crítica:

Público recomendado: adultos

Después de tres años sin presentar película (la última fue Only Lovers Left Alive– 2013), Jim Jarmusch vuelve con Paterson, una sentida historia de cotidianeidad que rezuma poesía sin límites y de la que su protagonista masculino, Adam Driver, es el principal causante de que suceda esta fascinación por el modo con el que aborda su vida diaria.

Paterson es un enclave de New Jersey y, también, el nombre del personaje principal (Adam Driver: Midnight Special, Mientras seamos jóvenes, Amigos de más…). Es conductor de autobuses y poeta aficionado que tiene en su mujer, Laura (Golshifteh Farahani: Go home, La piedra de la paciencia, Exodus…), su musa principal, y en su perro, Marvin, un tozudo y “puñetero” compañero de paseos nocturnos.

Durante los siete días de la semana, el filme narra la convivencia de los tres y las compañías con las que se relaciona Paterson en el bar y en su recorrido habitual en el autobús. A primera hora, y antes de salir de la estación, Paterson escribe retazos de poesías antes de iniciar su ruta y se interesa también por el jefe de estación, un indio que siempre le cuenta sus problemas antes de salir.

El guion, también de Jarmusch (Flores rotas, Coffee and cigarettes; Ghost Dog, el camino del samurái…), es fiel al modo de proponer las historias del director independiente estadounidense, pues evita las estructuras narrativas tradicionales, sin un claro progreso de la trama y centrándose más en el desarrollo de la atmósfera y los personajes. Así va rodando esta cinta, que se ensimisma en la vida normal de personas normales, sin las problemáticas habituales —rayando en muchas de ellas el pesimismo y el nihilismo radical— tan reiteradas en el cine actual.

La alegría y la sencillez que destila Paterson —que no profiere ningún discurso para justificarla— es fruto de su amor por su mujer y de la acogida de la vida tal y como viene. Escucha con interés las conversaciones de los pasajeros en su quehacer profesional, con la misma disposición risueña con que acoge las explicaciones del  Doc (Barry Shabaka Henley), dueño del bar donde para cada noche en la ronda que hace para Marvin para tomarse una cerveza. Detenta un interés innato por las personas y nunca suena a compromiso su “¿cómo estás?” a quien se encuentra en la barra.

Sin sobreactuar, mantiene con naturalidad el interés por todo lo que le rodea y sabe captar lo extraordinario de sucesos y encuentros ordinarios (el que tiene con la niña poetisa de diez años, con el cantante de rap en la lavandería, con el poeta japonés…). Con su sencillez, Paterson nos conduce en sus 113 minutos de metraje por la senda de su mirar con sorpresa el mundo circundante.

Eso sí, en este caminar con nuestro conductor poeta no encontrarán tramas o sucesos truculentos ni acción desmedida, sino que participaremos de la mirada de un niño dentro de un hombre que capta la belleza en la rutina.

 

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