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Pullman

Caratula de "Pullman" (2020) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +16

Pullman es la nueva película de Toni Bestard, cineasta mallorquín autor de El perfecto desconocido, I Am Your Father o el cortometraje Background.

La película, estrenada en Filmin a corriente de estos tiempos, nos lleva a Mallorca, ciudad que a los peninsulares o visitantes históricos nos pueda resonar en la distancia eminentemente como icono turístico. Las primeras imágenes de la película nos transportan a las calles de ese mismo icono ubicándonos a pie de tránsito, ahorrándonos el salto de charco y contraponiendo una imagen (la del imaginario) con otra (la propuesta fílmica), poniéndonos delante los bazares, tiendas, restaurantes y clubs de luminosa cartelería hasta llegar al Pullman, lugar donde brota la historia: un antiguo hotel convertido en edificio colmena en el que viven familias de inmigrantes.

El barrio es Cala Major, lugar donde se juntan la residencia de la familia real, hoteles de lujo y apartamentos con vista plena al mar con construcciones permanentemente inacabadas y hoteles abandonados o reconvertidos.

En este entorno nacen las dos historias cruzadas que vehiculan la trama: Nadia y Daren, dos hijos de inmigrantes que viven en el Pullman y que escapan juntos durante el transcurso de un día a explorar las calles de Mallorca en busca de un motivo con el que ocupar el tiempo libre.

A través del ojo ingenuo de niño (que no deja de estar eclipsado, pese a todo, por la mirada anterior de un adulto retratador) nos adentramos en un viaje por los suburbios despojados de vida y habitados por fantasmas de esta Mallorca que alberga tanto turismo como decadencia. Nadia y Daren atraviesan atracciones turísticas, terrenos en construcción abandonados y centros comerciales.

Este relato episódico, en busca de exponer un desmentido retrato de Mallorca, se vehicula a través de varios encuentros con distintos personajes de esa diversa fauna cohabitante. Es ahí donde se torna ambiguo: si bien parte de una voluntad con cierto tono naturalista-social, los encuentros y desencuentros de los dos niños (además de su propia construcción de personaje) con el “mundo real” impregnan el relato de un cariz caricaturesco que, si bien quiere ser propulsado por los llamados “ojos de la inocencia”, se queda a medias tintas entre un registro y otro. Como resultado, la historia pierde fuelle al tener poca tela para cubrir dos grandes tonalidades, midiendo las vidas y mundos que propone “a medias” entre retrato y caricatura, con un patronaje que no amarra la tensión de contraconceptos. La historia, eso sí, goza de buenos puntos en uno y otro lado, no dejando de ser cuanto menos entrañable el papel de los dos pequeños niños protagonistas.

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