Crítica
Público recomendado: +7
La animación española está dando muestras de cierto nivel desde la incursión en el mercado de Enrique Gato con Tadeo Jones, aunque antes otros dejaron el listón bastante alto como José María Carnicero, autor de Garbancito de la Mancha, el primer largometraje europeo de animación y el segundo en el mundo detrás de Blancanieves y los siete enanitos de Disney o de Cruz Delgado, autor de la serie Don Quijote de la Mancha y la película El desván de la fantasía.
El caso es que Pablo Berger (con pareja japonesa) toma el testigo a través de Robot dreams, influenciado por Hayao Miyazaki, demostrando que se puede contar una buena historia editada para un público infantil de dibujos animados, donde los niños y adultos puedan sacar sus propias conclusiones por sus dobles lecturas, pues el humor blanco de esta cinta de animación también ofrece momentos agridulces. Este autor tenía experiencia en el mundo de la animación, pues había hecho un cortometraje Mamá con el apoyo Alex de la Iglesia y el mítico Torrebruno.
Esta historia de seres antropomorfos gira en torno a un solitario perro que vive en Nueva York y que compra un robot inteligente para que le haga compañía. Este realizador adapta la novela gráfica de homónimo título de Sara Varon.
El director español y esta artista de Chicago disfrutaron y se emocionaron en el visionado montaje final. La idea es de la mencionada ilustradora y este cineasta, de alguna manera, planta la cámara en lugares sorprendentes, creando unos planos muy significativos que van en consonancia con los pensamientos de los personajes, lo que facilita la reflexión sobre el significado de la soledad en la jungla de asfalto neoyorquina que tanto defraudó a Federico García Lorca cuando la visitó, así como invita a pensar sobre el valor de la amistad, el perdón y la búsqueda de la ansiada felicidad.
El único fallo que encontramos hasta cierto punto es que las escenas de la playa se alargan en demasía. En cuanto al final es de una belleza extraordinaria y difícil de igualar, mediante unos fuera de campo logradísimos en una cinta muda. Se trata de un género que se le da fabulosamente a Pablo Berger como demostró con su obra maestra Blancanieves, protagonizada por Maribel Verdú y Macarena García, saliendo por la puerta grande como los toreros, al tratarse de una versión muy española.
La película tiene guiños culturales como el ruido de fondo de la ciudad de Nueva York, basada en la novela de John Dos Passos: Manhattan Transfer. Los homenajes cinéfilos son innumerables entre los que se encuentran Manhattan de Woody Allen y El Mago de Oz de Víctor Fleming, y en definitiva la película es un guiño a esos grandes cómicos del cine mudo como Harold Lloyd , Charles Chaplin, Fatty Arbuckle y su discípulo Buster Keaton.
Víctor Alvarado