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Saint Maud

Caratula de "Saint Maud" (2019) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

Saint Maud nos cuenta la historia de una joven con un problema mental. Maud (Morfydd Clark) tiene un pasado oscuro que parece teñido de sangre. Además, le acompaña una visión atrofiada de la realidad lo que le ha hecho refugiarse en la religión católica, pero en una variación irreal y adulterada. Es decir, un católico no es una persona como se muestra en esta película ni creo que se quiera criticar a la religión con esta película. En el fondo sospecho que todo esto es bastante obvio creo yo, pero no por esto, está de más empezar por el principio.

Maud es una enfermera que trabaja para una empresa privada. Al parecer su paso por la sanidad pública terminó en un polémico charco de sangre que nunca se termina de explicar. Ahora, como trabajadora fuera del sector público debe cuidar a Amanda (Jennifer Ehle), una antigua bailarina más o menos exitosa de prácticas morales discutibles a ojos de Maud.

A lo largo de todo el metraje de Saint Maud la cámara de la directora Rose Glass (que firma con esta, su ópera prima) se acerca y se detiene en los detalles de la vida cotidiana de Maud, en sus gestos, en su mirada, en sus ruidos. De hecho, Saint Maud es una de esas películas tan apegadas en su forma a un determinado momento del terror independiente actual que es probable que dentro de unos años esté pasada de moda (abundantes planos detalles, imágenes con casi todo desenfocado, ruidos chirriantes, una banda sonora con más ruidos rítmicos que aporta menos de lo que parece…) Un poco como le ocurre a La bruja o a Hereditary, cintas de terror de una atmósfera tan trascendental como aparentemente trascendentales. Es decir, como Saint Maud, estas películas son tan profundas como su propia puesta en escena evidencia de forma que queda poco a la intuición más alá de demostrar que a veces las lecturas intelectuales también puede caer en lo tópico.

Dicho esto, Saint Maud no es una mala película. Es más bien interesante, aunque es probable que decepcione a los amantes del género que busquen cosas que se mueven solas y sombras amenazantes tras las esquinas. Saint Maud es algo más implícita y aunque la cosa va quedando bastante clara conforme avanza el metraje puede que haya aún todavía quien se pregunte si Maud estaba loca. Si, lo estaba.

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