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Secaderos

Crítica

Público recomendado: +12

En la Vega de Granada todavía quedan familias que viven de los secaderos del trabajo. En uno de sus pueblos, de esos de la España rural que triplica su población en verano, quedan unas pocas. El padre de Nieves, todavía seca tabaco, aunque cada vez es más difícil vivir de ello. Los abuelos de Vera ya se han rendido y han vendido su secadero. Las dos son las protagonistas de esta ópera prima de Rocío Mesa, una reivindicación del mundo rural andaluz.

Vera tiene siete años, viven en Madrid durante el curso, pero pasa los veranos junto a sus abuelos maternos en lo que ella considera un paraíso lleno de amigos. Nieves en cambio, es adolescente, vive todo el año allí y se siente en una jaula sin puertas. Las dos historias son independientes, no sabemos si sus familias se conocen, desde luego no se cruzan en toda la película. Pero las dos son observadas por una criatura mágica, la tercera protagonista.

Esta criatura, hecha de hojas de tabaco es invisible para los adultos, solo Vera y sus amigos la reconocen e interaccionan con ella. Nieves no puede verla, hasta que huye desesperada, como una niña. Representa la inocencia de la niñez, la ilusión de que pueda suceder cualquier cosa, aunque no deja de ser una figura difícil cuyo sentido y significado en la narración es difícil de entender. Podría haber sido una interesante historia de realismo mágico, pero esta no acaba de ser contada.

Es interesante el recorrido de Nieves, a la que no le basta su novio, ni sus amigas, ni su trabajo en el secadero, ni sus padres. Una chica que no acaba de entender qué busca, quiere escapar pero no sabe ni de qué ni a dónde. Se siente identificada con los canarios de sus casa, que ni siquiera con la jaula abierta son capaces de salir volando.

Habría sido interesante cruzar a Vera y Nieves al final. Quizá la pequeña podría haberle enseñado a la mayor a volver a mirar como un niño, a sorprenderse por lo que a la otra le parece el hastío cotidiano. Podría haberle contado que en la ciudad no está lo que busca, que allí sus padres no se quieren, que no tiene a sus abuelos cerca, que no le dejan tener un perro en el piso. Que lo más importante Nieves ya lo tiene, que no subestime a los que tiene alrededor. Se echa de menos una conclusión sin la cuál las historias de Nieves y Vera no dejan de ser tópicas.

Personajes y guion están al servicio de una serie de ideas que se suceden una detrás de otra pero que no acaban de hilar una historia creíble que explore con realismo -algo que no es incompatible con la fantasía- las luces y sombras de la complejidad del ser humano.

Elena Santa María

https://www.youtube.com/watch?v=j12EczGepLM

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