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Señor

Caratula de "Señor" (2018) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: Jóvenes

La directora y productora india Rohena Gera hace su debut en el mundo de la ficción con la película Señor, una delicada historia de amor presentada en Cannes para la semana de la crítica, que también recibió el apoyo del World Cinema Fund del Centro Nacional de Cine en Francia para la postproducción.

El romance entre un joven rico de Mumbai, Ashwin (interpretado por un Vivek Gomber un poco “insípido”) y su criada (una perfecta Tillotama Shome), refleja las preguntas y las experiencias de la propia directora, que, crecida en una acaudalada familia india, siempre lidió–según sus palabras- con una diferencia de clase establecida por un sistema social rígido e incluso despiadado. En efecto, la película gira en torno a la imposibilidad y a la tensión de deseo y esperanza generadas por el acercamiento entre Ashwin y Ratna, así como el choque y el encuentro entre dos mundos distintos.

Ratna es una joven proveniente de un pueblo pobre de la India, cuya suerte le permite mudarse a la gran ciudad para buscar un trabajo tras haber sufrido la muerte prematura de su marido. Entre su gente ella ya es una especie de marginada social, y aunque parece que ya no puede esperar nada más del futuro, por otro lado ella sigue manteniendo sus esperanzas y unos sueños propios de la autenticidad de su corazón.

En Mumbai Ratna encuentra trabajo como empleada del hogar de Ashwin, hombre de un estrato social privilegiado, que, debido a un fracasado intento de matrimonio, está viviendo un momento de depresión. Así el contraste entre los dos mundos se hace más evidente: aunque los dos hayan sufrido una situación afectiva grave, Ashwin, que lo tiene todo, se deja arrastrar por una inevitable tristeza, mientras que Ratna no deja de luchar por cumplir sus sueños, entre otros, el de ser diseñadora de moda.

Es justo esa autenticidad de Ratna la que acabará por llamar la atención de Ashwin, que, viviendo en un mundo de opulencia y falsedad, percibe el candor que emana de la joven, y acaba enamorándose de ella.

La directora logra mostrar el crescendo de la tensión social y sexual, dentro de una puesta en escena que transmite respeto por lo que pasa entre los dos jóvenes, y delicadeza describiendo visualmente cómo el amor logra “insinuarse” a pesar de las diferencias de estatus, consiguiendo incluso rescatar la aparente fatalidad de las situaciones personales. Así, la película de Rohena permite que nos asomemos al nacimiento de un amor, que, sin pretensiones, puede representar una alternativa a lo que la realidad social india daría por perdido.

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