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¡Shazam! La furia de los dioses

Caratula de "¡Shazam! La furia de los dioses" (2023) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +13

Secuela de la entretenida ¡Shzam!, que supuso un soplo de aire fresco al trilladísimo género de los superhéroes al presentar a uno que lo era por accidente y, además, siendo menor de edad.

Vuelve a ponerse tras las cámaras David F. Sandberg con, nuevamente, libreto de Henry Gayden, y ambos se muestran aún más confiados que en la primera película, tanto en la parte visual con grandísimos efectos especiales, como en el tratamiento de los personajes, bastante aceptable para los tiempos que vivimos. Incluso se permiten el uso constante de múltiples bromas muy adecuadas, algunas con cierto riesgo por referirse a la competencia, y hasta un cameo sorprendente.

Han pasado unos años desde que el adolescente Billy Batson se transformara, sin buscarlo, en Shazam, un superhéroe con todo lo que se podría pedir: fuerza, velocidad, resistencia a las balas…; en el enfrentamiento con el villano, Billy logró compartir sus poderes con sus hermanos adoptivos y, en la actualidad, intentan proteger como pueden a la población ante los peligros, destacando “como pueden” ya que son conocidos como ‘Los Fiascos de Filadelfia’ (siguen trabajando en dominar sus poderes y en ser un equipo). En esta ocasión deben enfrentarse a unas diosas, las Hijas de Atlas, que ansían quitarles sus poderes para poder volver a tener su reino.

Como en toda secuela que se precie, Sandberg va al “más y más grande”: más personajes, más metraje, más efectos especiales, más villanos, más… todo, para bien y para no tan bien. Para bien porque se vuelven a remarcar los valores más importantes: la importancia de la familia unida, formada por padre-madre-hijos, y dentro de ésta se destaca la importancia de que cada hermano aporta, y entre todos las cosas salen adelante; pero también se caen en algunas (muy pocas, pero ahí están) concesiones a la ideología de género, innecesarias y metidas con calzador.

En todo caso esta segunda parte cumple con lo que promete y tenemos más acción de primer nivel y unas villanas mejor trabajadas que el malo de opereta que pudimos ver en la anterior.

En general es una secuela muy aceptable aunque el metraje es excesivo y algunas escenas son demasiado oscuras como para poder disfrutarlas plenamente. Ah, y como ya es costumbre en este género, hay que quedarse en la butaca: nos esperan dos escenas poscréditos que los fans agradecerán.

Miguel Soria

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