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Spider-Man: Lejos de Casa

Caratula de ""

Ni Stan Lee, ni Steve Ditko, creadores del personaje, se podrían imaginar en los años 60 que el fenómeno del Hombre Araña iba a alcanzar las cotas que ha logrado, pues es el personaje que más adaptaciones cinematográficas junto a Batman y Superman ha recibido. Los más viejos del lugar se acordarán de  un Spiderman setentero, cuyos efectos especiales dejaban mucho que desear. Todos recordamos con cariño  la trilogía, protagonizada por Tobey McGuire por su riqueza antropológica, mientras que, unos años más tarde, llegaría un oscuro díptico, protagonizado por Andrew Garfield. Sin embargo, la mejor versión que se ha hecho hasta el momento ha sido la cinta de animación Spiderman: Un nuevo universo, donde la profundidad, los valores y el sentido del humor iban de la mano, lo que le permitió ganar un Óscar a la Mejor Película de Animación de 2018. El caso es que esta semana se estrena la secuela del cuarto lanzamiento del mítico héroe, protagonizado por el jovencísimo Tom Holland.

El argumento gira en torno a  un Peter Parker con ganas de descansar de su labor de “trepamuros”, que se va de viaje de fin de curso con sus compañeros de clase a Europa. Allí nuestro vecino y amigo Spiderman se enfrentará a una serie de monstruos, acompañado de un aliado extraño, llamado Misterio.

El encargado de llevar a buen puerto este “palomitero” y entretenido producto ha sido el cineasta John Watts. La labor del director ha consistido en hacer vibrar al público en la butaca con multitud de escenas de acción, simplificando  el drama y  reduciendo los dilemas morales tan habituales en el arácnido. Por otra parte, acierta con las situaciones simpáticas que permiten sacar la sonrisa del espectador sin que resulten forzadas. La trama de amor adolescente entre Peter Parker y MJ resulta convincente porque nos hacen creer en la inocencia de la juventud. Existe química entre la pareja protagonista sin que resulte empalagosa, aunque si emotiva.  El personaje de la tía May, interpretado por Marisa Tomei,  sugiere ligerísimamente que un poder requiere una responsabilidad. Y es que se ha suavizado la moral, la ética y la religiosidad de esta mujer que tanto en los cómics como en la trilogía de Sam Raimi quedaban patentes, convirtiéndola en una “tita” guay del Paraguay sin tantos principios como antes. No entiendo el porqué nos han cambiado tanto a este entrañable personaje.

Cambiando de tema, el equipo de guionistas ha tratado de mantener la idea de que un héroe que brilla en sus hazañas cuando  usa la inteligencia para potenciar sus habilidades  que, sin embargo, sufre por los que tiene más cerca;  es decir, sus familiares y amigos por los que es capaz de dar la propia vida, pero que tantos quebraderos de cabeza le suponen. Por esa razón, este “Espiderman”(como se dice en España) al que ahora los actores de doblaje pronuncian Spiderman en un correcto inglés,  sigue siendo fiel a la dinámica de Marvel de hacer héroes con los pies de barro, detalle que catapultó a la citada empresa a lo más alto, ya que consigue que te identifiques  con su fragilidad y  sus problemas  porque son parecidos a los del común de los mortales. Como dato anecdótico, hay un plano sostenido de la Virgen María que hace referencia al catolicismo propio de México y que abre esta producción.

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