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Tengamos la fiesta en paz

Crítica

Público recomendado: familiar

La familia -padre, madre, dos niñas, un niño y la abuela- se va a pasar unos días a la casa de campo de la abuela. Se pierden y la madre y el padre -como es habitual- no paran de discutir, todo es culpa del otro: -si supieras ir a casa de tu madre, -si tú no te perdieras por el monte, -si tú miraras el mapa, -si tú callaras un poco, -si tú, -si tú. Mientras, en la parte de atrás del coche, los tres peques y la abuela, hartos de tanta discusión, empiezan a cantar. Porque estamos ante una sorprendente comedia musical familiar.

Por fin llegan a la casa gracias a la ayuda de un curioso niño que más tarde jugará un papel importante. Las discusiones continúan durante la cena. Los niños no aguantan tanta tensión, así que deciden tomar medidas. Al día siguiente les confinan en la casa de campo, cerrando a cal y canto puertas y verjas para que papá y mamá dejen en paz a los niños y resuelvan sus problemas de una vez. La abuela se queda encerrada con la pareja, lo que, sin duda, añade enjundia a todo este galimatías.

Comedia familiar, de Juan Manuel Cotelo, cuyos últimos trabajos se habían centrado en el cine documental:  El mayor regalo (2018), Footprints: el camino de tu vida (2016), Marys´s Land (2013), La última cima (2010). Con esta nueva entrega Cotelo vuelve a la ficción, que había dejado al margen desde su ópera prima El sudor de los ruiseñores (1998).

Desde el primer diálogo la historia arranca risas y sonrisas del público y atrapa al espectador con los entresijos de una familia acomodada, en la que el padre es un adicto a su portátil, la madre se esmera sin éxito en que todo sea perfecto, las broncas están al orden del día, los niños suspenden a sus exigentes padres y donde la distinguida abuela campea a sus anchas por la casa (de hecho, es suya) regalando ternura, risas, oraciones, música y consejos de lo más jugosos. Quizá por aquí -y solo en algún momento- el guion verbaliza en demasía por boca de la abuela, pero la verdad es que a esta exquisita y políticamente incorrecta abuela se le perdona todo, y se la echa de menos en las escenas donde no aparece.

La película tiene una excelente factura visual, un estupendo ritmo, las actrices y actores funcionan en su conjunto: desde la más pequeña de la casa hasta la abuela, todos los miembros de la familia nos regalan excelentes interpretaciones. El propio director aparece en la historia con un personaje inicuo y divertido. Los números musicales aportan calidad al conjunto y hay algunas piruetas de cámara bien logradas, como el plano secuencia del número musical de la madre.

Quizás falten matices: en la luz (a veces, se advierte), en el guion (con algún exceso, pero bueno, estamos en comedia), en la cámara (algún notorio cambio de foco) …, pero nada de esto estropea esta maravillosa historia, simplemente, hacen algunos detalles innecesariamente claros. Cotelo da voz a los niños, como hiciera Roald Dalh, y les deja hablar fuerte y claro, diciendo cosas que pueden doler o molestar. Así que: papas, mamás, prepárense para escuchar algunas sentencias de los más peques.

Comedia musical familiar imprescindible para estas Navidades, de la que disfrutarán pequeños y mayores. Donde se recuerdan las cosas importantes de la Navidad de las que casi nadie habla: el nacimiento del Niño Jesús, la unidad familiar, el perdón, el amor… La Virgen del nacimiento viviente -de lo más humana que se ha visto en pantalla grande- constituye un excelente guiño final a la historia.

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