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The Sparks Brothers

Caratula de "The Sparks Brothers" (2021) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +16

Cuando en medio de una conversación sale un nombre que no nos suena, nos da corte preguntar ¿quién es ese?, porque nos podemos llevar el chasco de recibir la contestación airada e inmisericorde de quien se siente superior por unos momentos: ¡¡¡¿No sabes quién es?!!!!

Desde luego que esto no nos va a pasar con los Sparks Brothers. Podemos preguntarlo sin miedo en cualquier conversación ¿quiénes son los Sparks Brothers para que se haga este documental? Pues en España no los conoce ni perri, empecemos por ahí; pero el documental lo ha debido hacer un guionista discípulo de Descartes, por ser tan racional de ponerse en nuestro lugar y decir en voz alta lo que todos pensamos: ¿quién demonios son los Sparks Brothers? Una vez que reconocemos que en España no los conoce ni el tato, vemos que, en cambio, en los USA y en Inglaterra…, pues tampoco mucho, porque el documental necesita empezar con esta pregunta retórica. Ahora, bien, hay mucha, mucha historia que contar sobre los Sparks Brothers, de modo que los fans de las películas y documentales musicales tienen materia para disfrutar.

Se trata de una banda de… ¿rock, glam, pop, electrónica…?, ¿o todo junto?, o todo junto y mucho más? formada por dos hermanos: Ron y Russell Mael, siempre con músicos acompañantes que van y vienen, pero ellos permanecen, nunca quietos, nunca abusando de recetas o fórmulas, siempre avanzando o fracasando, pero con la sensibilidad a flor de piel para seguir escribiendo y creando. 25 álbumes de estudio es algo que pueden reclamar para sí muy pocas de las bandas, y casi ninguna de las consideradas entre las más grandes de todos los tiempos (salvo los Rolling). De modo que empezamos a saber que ya es una banda de mucha trayectoria. En cuanto a estilo, podemos afirmar que sus canciones son buenas, con estructura reconocible y no son tomadores de pelo. Existe una ralea de artistas, por llamarlos de algún modo, de cuya música nadie es capaz de recordar ni tres compases, que trata de aprovechar su fracaso comercial como si fuera una superioridad artística de tal magnitud que el común de los mortales no puede apreciar. No es el caso de los Sparks: si su estilo ha variado, y han estado en la electrónica desde finales de los 70, si no han seguido fórmulas, lo que sí han hecho es canciones buenas letras inteligentes, combinar el humor, la ironía, la melancolía, la soledad, etc, es decir, han metido en sus letras toda la verdad sobre el ser humano que han podido. A partir de su posicionamiento, no se han dejado hundir por los vaivenes de su éxito o de su fracaso, han seguido siempre adelante, renovando una y otra vez su estilo, buscando siempre, y trabajando sin descanso.

El documental sigue la estela de la combinación de entrevista, imagen de archivo y animaciones que agilizan la narrativa e imprimen ritmo. Si se hacen largas sus más de dos horas es por su afán de recorrer la creación de cada álbum y no dejar vacíos en su historia. Sparks tuvo sus momentos de gloria a principios de los años 70, y muchos, muchos altibajos. Tras varios intentos frustrados de componer para cine, recientemente se ha estrenado Annette, del francés Leos Carax, con música interesante, rica y compleja de los Sparks Brothers. El documental deja constancia de la extraordinaria capacidad de trabajo de ambos hermanos, y del respeto, no solo entre ellos, sino del respeto que han sabido ganarse entre varias generaciones de músicos y del respeto con el que se puede adoptar una actitud rebelde como músicos y como artistas: rebeldía que no significa acomodación a unas supuestas normas transgresoras que se reducen básicamente al mal gusto; sino una rebeldía de seguir el propio camino asumiendo las consecuencias que pueda tener en términos de reconocimiento público y consiguiente compensación económica. Tipos interesantes estos hermanos, currantes como pocos después de cincuenta años haciendo música.

Al final, tipos de documentales sobre música, tenemos muchos. Están los que sirven para hacer caja: un artista o grupo en el cénit de su fama, saca un documental con unas cuantas imágenes, unas pocas entrevistas… y sea el documental bueno o no, es alimento para los fans y caja para productores y artistas. Están los documentales póstumos de superestrellas: Marley, Whitney, Amy, Janis, Camarón. Flamenco y revolución etc.; los documentales casi póstumos, cuando se habla de artistas vivos cuyo momento de gloria ya murió (Oasis Supersonic), y están los documentales como este The Sparks Brothers, que entran en la tradición de los documentales de alguien que fue algo en el mundo de la música y que merece la pena ser recordado. Son historias que merece la pena no perderse porque son pequeñas odiseas, viajes en el tiempo atravesando peligros y crisis. No es que haya que recordarlas, porque nadie las conoce, lo que viene bien es contarlas, para que sean conocidas. Este género de documentales es especialmente simpático, en sus anaqueles tenemos títulos tan necesarios como el oscarizado Searching for Sugar Man, o Anvil: el sueño de una banda de rock, y muchos otros. Al final, más que una historia de éxito, es una historia de tenacidad, constancia y amor por el trabajo bien hecho, aunque en este caso, el trabajo sea un arte.

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