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Thor: Love and Thunder

Caratula de "Thor: Love and Thunder" (2022) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +16

Estamos ante el estreno de una polémica y extravagante película de Marvel que, aunque pueda decepcionar a algunos, está arrasando en taquilla. ¿Será todo fugacidad puntual o habrá algo valioso a rescatar?

La película decepciona básicamente porque se carga el formato clásico del “héroe”, opta por la comedia más deslavazada posible, en donde el absurdo y la estupidez campan a sus anchas. Sin embargo, tanto “despelote narrativo” consigue un producto ligero, socarrón y límite que está conquistado al público. Es verdad que Marvel parece cada más ruidosa, vacía y de chiste facilón, pero también es verdad que son adolescentes (los hay de 40 y 60 años) los que gustan un producto que les haga reír y olvidarse de los problemas. Pero sí, como bien dice Juan Orellana, se ha producido una “Desconstrucción del héroe”, pero, añado yo, ¿es la desconstrucción algo esencialmente malo?

Como hemos dicho, la película opta por un tono cómico y desenfadado que, pudiendo acercarse a la primera entrega de Guardianes de la Galaxia (2014), cae en un descuido tras otro.

Cada verano nos llega un blockbuster (o varios), una superproducción de gran presupuesto, que pretende reventar taquilla y entretener; literalmente en inglés se traduciría por “rompiendo bloques”. En este caso, es una entrega más de Marvel, de su universo de superhéroes de Los Vengadores, concretamente sobre Thor, el dios del trueno asgardiano poseedor del martillo encantado, que interpreta Chris Hemsworth.

La película que nos ocupa, Thor: Love and Thunder, es la secuela de Thor: Ragnarok en la que el Dios del trueno cuenta con Lady Thor como acompañante. Es la cuarta entrega de la tetralogía específica de Thor y la vigésima novena del Universo cinematográfico de Marvel (UCM).

Love and Thunder tuvo un presupuesto de unos 250 millones de euros y en su primer fin de semana ha recaudado cerca de 300 millones; recordemos que Ragnarok cosechó algo menos de 115 millones de euros en su primer fin de semana. Es importante tener en cuenta estos datos para comprender todo lo que está en juego. Marvel Cómics es una editorial de comics estadounidense que fue comprada por Walt Disney Company por más de 4.000 millones de euros, el día 31 de diciembre de 2009.

En este caso, Thor emprende un viaje en busca de la paz interior. Pero su retiro queda interrumpido por un asesino galáctico conocido como “El Carnicero de dioses” (Christian Bale). Para ello Thor se unirá a varios amigos ya conocidos y se encontrará con su ex novia Jane Foster que, empuña inexplicablemente su martillo mágico.

Todo parte del mundo de los dioses mitológicos, aquellos mismos de la antigua Grecia (la anterior a Mileto) que daban respuesta a los acontecimientos de la naturaleza y explicaban la realidad: el dios del agua (llovía), el del trueno, la de la fertilidad (las cosechas), … Este universo mitológico (previo al descubrimiento de la filosofía y al cristianismo), es en el que basa esta película (o lo aparenta). Pero, el problema, es la presentación de estos dioses: mostrados como egoístas, repelentes y narcisistas. Por otro lado, se ve al pueblo que los adora. El maniqueísmo es muy extremo (¿o será buscado a propósito?), es decir, la presentación tan parcial de estos dioses, son los débiles cimientos de una película casi sin consistencia y que parece a punto de desmoronarse en cualquier momento.

Su director Taika Waititi, que también dirigió la anterior de Thor, parece querer llegar al extremo de lo absurdo, las tramas y conflictos de los personajes: cabras que gritan que parecen una crítica a los renos de Papa Noel o cómo los dioses mitológicos parecen peores que el mismo antagonista. El extremo es tan descabellado que parece un género nuevo, deconstruido sí, pero interesante (y cansino, también). En ciertos momentos me recuerda a aquella película de Berlanga titulada La Escopeta Nacional (1978), en donde el marqués de Leginache tenía una colección de pelos muy comentada y particular. Un universo delirante y desesperado con una crítica social (religiosa) detrás. En el caso de esta entrega de Marvel creo que hay una afinada crítica a las religiones en general y al mito. Eso sí, a todo este jaleo existencial se añade una historia lineal (de villano) y una trama sobre el cáncer que aporta su toque de humanidad.

Este descrédito sobre el mundo divino es fruto del antropomorfismo del Mito, en donde los hombres creaban a sus dioses a su imagen y semejanza. De todas formas, la película no parece querer una reflexión seria sobre este tema. Sin embargo, la inutilidad y el despotismo de los dioses sí que sirve para la construcción del antagonista, que, al ver su incompetencia máxima, decide su objetivo vital: acabar con todos los dioses.

Al tono de estructura inconsistente y al mundo mitológico tratado con desprecio, se añadirían varias secuencias que parecen puestas para cumplir con “lo políticamente correcto”. Las tramas que buscan la inclusión con el colectivo LGTBI, se perciben fuera de la narración y eso ralentiza la historia. La dirección de Disney, consciente de la fuerza pedagógica de su marca, muestra con claridad su apoyo al movimiento LGBTI. Seamos más conservadores o menos con este tema, el hecho es que ya vivimos en una sociedad plural. Por ello, no debemos “tachar” una película como “no adecuada” tan solo por contener este contenido o aquel otro, sino mirarla como un signo de su época.

Por otro lado, la película cuenta con una muy eficiente banda sonora, del talentoso Michael Giacchino, pero con unos diálogos adolescentes sin hondura que parecen seguir un modelo imberbe; quizás porque han estudiado muy bien al público al que van dirigidos. Pero recuerden, dentro de ese caos de locura donde nada parece en su sitio, podría haber una cierta reflexión que, junto a un tono cómico y súper fresco, podrían generar la película más taquillera del verano (del año). Por cierto, hay dos secuencias postcréditos, si es que logran llegar a ellas, tras tanto desvarío, sin sentido aparente.

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