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Transformers: El despertar de las bestias

Crítica

Público recomendado: +13

Secuela del reinicio de la saga Transformers, esta nueva aventura de acción tiene lugar después de los eventos de Bumblebee y antes de la excelente primera película dirigida por Michael Bay. Aquí se trata de volver a dotar de humanidad tanto a las máquinas como a unas batallas que se llegaron a hacer incomprensibles para el ojo humano normal. El espectáculo está garantizado.

Estamos en 1994 y los humanos viven sus vidas sin saber que en la Tierra hay unos robots viviendo pacíficamente. Sin embargo hay una inmensa amenaza ahí fuera: Unicrón, una especie de dios oscuro que desea dominar el universo y para eso destruye mundos. La clave es algo llamado “Llave de la Transcurvatura”, necesaria para que Unicrón pueda llevar a cabo sus planes. Se interpondrán en ellos los Autobots, con Optimus Prime a la cabeza, y dos personas: una becaria experta en piezas antiguas y un joven latino.

Tras un magnífico comienzo en 2007 de la mano de Michael Bay, experto donde los haya en acción, persecuciones y, sobre todo, explosiones, las secuelas empezaron a contar historias confusas. Cada película era más espectacular que la anterior, sí, pero la historia no se entendía nada y los personajes eran absolutamente planos. Por ello, tras cinco filmes, Paramount decidió hacer borrón y cuenta nueva (aunque contando con Bay como productor y con Steven Spielberg como productor ejecutivo) y recomenzar la saga con Bumblebee, película dedicada a un personaje (spin-off en argot americano) que devolvía la cordura, con una historia más trabajada y unos personajes con los que se podía empatizar. El responsable fue Travis Knight y logró un gran trabajo, tanto que se puso en marcha la secuela, que es la que ahora nos ocupa.

Cambia el director, ahora es Steve Caple Jr. (Creed III, La leyenda de Rocky), quien opta por dar sabia nueva a la historia, algo que se agradece mucho, y contamos con nuevos robots llenos de carisma, no solo en los buenos Autobots, sino con razas como los Terrorcons y los Maximals, por supuesto con transformaciones a cada cual más espectacular, incluyendo los sonidos clásicos de los dibujos animados, amén de muchos otros guiños a la cultura de aquellos años.

Caple logra un ritmo frenético, sin momentos aburridos o artificialmente alargados (aprende, Michael Bay), con personajes simpáticos, mucho humor, batallas abrumadoras, efectos especiales increíbles y una epicidad muy interesante que incide en el necesario trabajo en equipo, la familia, el sacrificio y la insistencia en que ninguna lucha se pierde salvo la que no se pelea. Y una de las cosas que más se agradecen es, sin duda, la claridad con las que están rodadas las escenas de acción: por fin volvemos a saber quién lucha, a quién golpea y dónde estamos, con planos amplios y detallados. Por supuesto se vuelve indispensable apagar la credibilidad para aceptar que los humanos puedan vivir increíbles batallas sin sufrir herida alguna.

Por desgracia pesan algunas canciones que sacan de la acción, sobre todo una en el tramo final, que se puede entender para intentar conectar con el público más joven, pero realmente no viene a cuento.

En todo caso queda una película que da otro buen empujón a una franquicia que parecía agotada, abriendo nuevas posibilidades para más entregas (ya se han anunciado la octava y la novena). Cine palomitero sin más pretensiones que las de divertir y olvidarse de mirar el reloj, cosa que consigue con creces. Eso sí, se recomienda verla en el cine con la pantalla más grande posible y sonido atronador, no defraudará.

Miguel Soria

https://www.youtube.com/watch?v=Db5SvKPJc-w

 

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