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Una vida no tan simple

Crítica

Público recomendado: +16

Una vida no tan simple. El título de la última cinta de Félix Viscarret podría completarse con el siguiente subtítulo: no es nada fácil pero sí sencilla. Es un buen resumen de la situación vital de Isaías y Nico, dos socios que se enfrentan a una dura crisis de los 40. Las dificultades económicas se tornan en dificultades matrimoniales y en un hastío y desesperanza que les hace percibir todo como sospecha. Isaías no duerme por la noche, vive atemorizado por cosas que hace unos años no le importaban. Está todo el día cansado, entra en una rueda de la cada vez es más difícil salir.

Sus días son todos iguales: llega tarde a dejar a sus hijos al colegio, discute con su mujer, no le sale ningún proyecto para su estudio de arquitectura. Solo se le cierran puertas. Hasta que conoce a Sonia. La historia de Nico es parecida, aunque él no está casado, ya con cuarenta, sigue buscando a la mujer ideal, está igual de hastiado con su vida que Isaías. Hasta que aparece Ahinoa.

Toda la trama, en ocasiones un poco lenta y aburrida, se concentra en responder a la siguiente pregunta que en un determinado momento plantea el protagonista: “¿y quién ha dicho que no se puede cambiar a los 40?” y la siguiente hipótesis: “claro que se puede, solo tienes que saber que estás en la cara B de la cinta”.

Isaías y Nico se dejan llevar por la tentación de algo nuevo que puede cambiar sus circunstancias y por tanto su tediosa y precaria vida. Sueñan con tiempos pasados, con una vida sin responsabilidades, con fama y dinero, con premios que creen que merecen más que antiguos compañeros de promoción que se los llevan. Miki Esparbé -Isaías- encarna mejor que Álex García ese personaje en el que tantos se pueden sentir representados. Con toques de humor, como el exceso de manías que van apareciendo cada día, que agilizan un poco la narración, sin embargo la angustia, o más bien, el aburrimiento se van contagiando al espectador.

Mención aparte merece el personaje de Ahinoa, mujer de Isaías, que se empeña en sacarlo todo adelante, de manera ejemplar y con paciencia infinita. Que comete errores y es consciente de ello, que se plantea tirar la toalla por una culpa disfrazada de acusación. Parece que la discusión que están evitando los dos va a acabar con ellos.

Si Isaías se hubiera dejado llevar por los acontecimientos, un final que en realidad habría sido muy propio de nuestra época, se podría haber entendido incluso como un triunfo. Sin embargo, Viscarret, con gran agudeza cambia el final. Decide demostrar que la vida no es tan simple, desde luego no es nada fácil. Pero es sencilla, consiste en ir respondiendo a lo que tenemos delante. De ello se da cuenta Isaías, que cae en la cuenta de que la vida puede cambiar pero que para ello no es necesario que cambien las circunstancias. Basta apostar por lo que ya tiene, que desde luego es un nuevo compienzo.

Elena Santa María

 

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