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Lupin

Crítica

Público recomendado: +13

Para los interesados en el mundo del manga y el anime, Lupin no es un personaje desconocido: el país nipón nació una de sus obras más aclamadas, Lupin III. Bajo este sello, dieron a luz películas tan importantes y brillantes como El castillo de Cagliostro, segundo largometraje de la serie Lupin III. Los más aficionados a la literatura, conocemos a Lupin desde mucho antes, más concretamente desde inicios del siglo XX, que es cuando nace de la mano del autor francés Maurice Leblanc: su nombre es Assane Diop, un ladrón de guante blanco, dotado de una extraordinaria habilidad de la deducción y la observación. Sus símiles con el personaje creado por Conrad Doyle, Sherlock Holmes son más que evidentes, así como su influencia en algunos de sus relatos. La serie de novelas de Leblanc eran carne fácil para el audiovisual, de la misma forma que ya lo fuera el personaje de Doyle. Ahora, de la mano de Netflix, llega la adaptación moderna del personaje cuyo encargado de ponerle rostro es el siempre carismático Omar Sy. Y la serie no engaña: un pasatiempo tan entretenido como sencillo e impersonal; da lo que ofrece, no se arriesga y consigue alcanzar sus objetivos.

La historia nos presenta a Diop, un joven senegalés que tiene en mente un plan: vengarse de la familia rica que hizo que su padre se quitara la vida. Inspirado en un libro que su padre le dio hace años y usando las mejores y más variadas técnicas de robo, el joven Diop llevará a cabo su venganza. Conviene matizar que lo que se ha visto hasta el momento es la primera parte, conformada por 5 capítulos y que su segunda parte llegará a finales de 2021. Por ello, solo comentaremos lo visto en estos episodios: los parecidos reales con el personaje de Leblanc son realmente anecdóticos, centrándose más en el drama social, con momentos detectivescos propios de un folletín matinal de periódico de antaño, si se me permite la comparación (positiva, claro está). Lo mejor de la serie es su protagonista: un personaje que parece hecho para Sy, desplegando todas sus dotes y dando toques cómicos propios del actor. Su ritmo no decae, y ofrece un sano y eficaz entretenimiento que se sigue con interés. Por lo demás, nada nuevo: una típica serie del sello Netflix, efectiva, sencilla y rápida de consumir. Los golpes de efecto que se vuelven previsibles según pasan los minutos, dejándonos un sabor a déjà vu de haberlo visto eso antes.

En resumen: una serie “blanca”, inofensiva, entretenida y fácil de ver. Los cinco episodios se desenvuelven con rapidez, y ni si quiera la intrusión de los flashbacks entorpece el ritmo o ralentiza los episodios. En definitiva, una buena opción para llenar esos momentos en los que uno no sabe lo que va a ver.

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