Crítica
Público recomendado: +16
Si hay algo que caracteriza a la sociedad que vivimos, es esa sensación de vacío existencial, esa impotencia para volver a levantarnos… que describen tantos filósofos y psicólogos. La serie de T.V. que nos ocupa nos presenta la vida de una inspectora de un pueblo que tiene que enfrentarse no solo a un caso de asesinato, sino que ella misma arrastra, por una herida personal, una carga pesada. Un signo evidente de ese “nihilismo”, de ese vacío, es un debilitamiento de la relación con la realidad, primero con tus seres queridos y luego con el resto. Kate Winslet encarna a una interesante inspectora que ha caído en un pozo existencial del que tratará de salir, al mismo tiempo que continuará con sus casos. Como ocurre en muchas ocasiones ante la falta de significado, se recurre a “paliativos” que tratan de ahogar todo este vacío; de ahí surgen adiciones como el alcohol, las drogas, el sexo o más sutiles como las mentiras o las conversaciones banales o el critiqueo facilón. Sin embargo, como dijo Kierkegaard, “no hay nada finito, ni siquiera el mundo entero, que pueda satisfacer el alma humana que siente la necesidad de lo eterno”. De ahí, el interés de esta serie pues nos muestra el camino de la protagonista, con un hermoso y trabajado arco de transformación.
La serie estadounidense está disponible en HBO y se titula Mare of Easttown. Está protagonizada por Kate Winslet (Titanic) que da vida a una detective de un pequeño pueblo de Pennsylvania que investiga un asesinato mientras intenta que su vida personal no se desmorone. El talento incuestionable de la actriz de Sentido y Sensibilidad (1995) y Revolutionary Road (2008), se conjuga a la perfección con un guion muy cuidado y unos secundarios de gran nivel. Una mezcla muy inteligente que te permite adentrarte en la vida de una inspectora que oculta una gran herida familiar. Esta serie, realmente es una miniserie de siete capítulos, de drama y misterio, creada por Brad Ingelsby, mientras que Gavin O´Connor dirige todos los episodios. Fue estrenada el pasado 18 de abril de 2021 en HBO, la plataforma de contenidos de la empresa Warner Media (AT&T).
Desde un punto de visto antropológico (psicológico, incluso) la película muestra los habituales conflictos familiares y cómo siempre desde lo cotidiano se forjan las peores atrocidades. La serie no es apta para menores, no solo por las imágenes explícitas de cuerpos ensangrentados sino por el arco de transformación de muchos personajes y las distintas tramas de los secundarios. A lo largo de la serie se va creando una red humana con todas las personas del pueblo, que nos permiten hacer todo un ejercicio ético; el espectador pasa de amar a un personaje, a cuestionar sus decisiones y a volver a amarlo. Una miniserie nada maniquea y llena de humanidad que clama por la redención. Y, además, cuenta con suficientes toques de humor que hacen de esta aventura un camino entretenido.
La existencia de una trama gay en el guion ni impide ni molesta la propuesta que invita a hacer esta historia; la de descubrir que la tarea de la comunidad no es juzgar sino amar. Muy realista y adecuada resulta también la imagen que da de la Iglesia, la comunidad y los sacerdotes; sin idealizar ni estigmatizar. Lo mismo ocurre con la imagen que se da de la familia; ni la muestra perfecta ni la condena porque algún miembro cometa grandes errores. Es muy valiosa la imagen que se transmite con todo esto, pues, como dijo el Papa Francisco; a la Iglesia, a la liturgia no tienen que asistir solamente aquellas personas perfectas y sin pecados, como si la Misa fuese un premio para ellos; sino que los sacramentos son más bien para los pecadores, para los que más lo necesitan, como dice Francisco, un generoso remedio para los débiles.
Recuerden “Mare of Easttown” (HBO) o la historia de cómo la verdad sana las heridas y permite al corazón disponerse para una “cierta” redención. Solo una advertencia: muy atentos al último episodio, incluso a los últimos minutos finales, son imprescindibles para entenderlo todo con la perspectiva adecuada. No se la pierdan.
Recuerdo que de niño me apasionaba el cine: “Los Goonies”, “E.T.” o “James Bond”. Siempre quise ser director de cine con mi propia productora. Hoy soy empresario pero también puedo de escribir de cine en Pantalla 90, La Voz de Almería o Aleteia. Descubrí hace unos años lo bonita que es la radio y cada semana hablo en Cadena Ser Poniente en Almería. Pero lo que más me gusta es transmitir esta pasión, en la Universidad de Almería dando clases o siendo Jurado en Festivales de Cine como San Sebastián o Málaga. Amo el cine porque me lanza a vivir; si aprendes a mirarlo se convierte en una escuela para la vida. Siempre le estaré eternamente agradecido.