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Charité: Guerra fría

Crítica

Público recomendado: +16

“Somos médicos, no políticos”. ¿Cómo evitar el conflicto con los colegas, la definición radical, el tomar partido en una sociedad que pasa a estar dividida por un muro? De la noche a la mañana, la preciosa ciudad de Berlín aparece dividida por un muro. En la frontera del Muro, queda el hospital Charité, con todo su personal consternado y ocupado de sus quehaceres cotidianos. El contexto histórico de esta mini serie se sitúa en 1961. Un grupo de profesionales muy implicados con sus pacientes, con sus historias y pasado personal muy a flor de piel, luchan por mantenerse al margen. El emblemático hospital Charité, conocido como uno de los más importantes de Alemania y de Europa, se convierte en un icono de la tradición, en una suerte de institución protectora que, por serlo, confiere autoridad a sus miembros frente a la imposición del régimen soviético.

Si bien, la mini serie no trata directamente de la vida política, la toma como escenario y causa de las conversaciones de los protagonistas, los médicos del Hospital. La tensión entre la intuición de la gravedad de los acontecimientos que se aproximan y lo que marca la prudencia se explica muy bien a través de diálogos muy serios y apropiados. Se nota una gran labor desde el punto de vista del guion (a manos de la creadora de la serie, Dorothee Schön y de la guionista Sabine Thor-Wiedermann). También en ese sentido, conviene recordar que esta mini serie se corresponde con la tercera temporada de un proyecto más amplio que empezó en 2017, con la primera temporada Charité (situada a finales del siglo XIX) y con la segunda temporada, Charité en guerra (en plena Segunda Guerra Mundial) –ambas temporadas serán objeto de futuras críticas-. De momento, de esta tercera temporada hay que destacar un doble interés muy bien planteado: en primer lugar, la ruina que llega a las instituciones cuando se hacen presas de las decisiones de los políticos y, en segundo lugar, la desmitificación de la República democrática de Alemania. Contra la idealización de la Alemania del Este, algunos de los protagonistas aciertan a subrayar las matanzas cometidas bajo ese aparente estado de libertad.

Pese a las vicisitudes por las que ha pasado, este Hospital sigue fiel a su espíritu fundador: combinar la caridad hacia los más desfavorecidos con la investigación médica. En esta mini-serie de seis capítulos y unos cincuenta minutos por episodio, tres tramas esenciales muestran los niveles de interpretación de la Historia: el primero nos cuenta la historia de la protagonista, la doctora Ella Wendt, una mujer concienciada con la detección precoz del cáncer y muy involucrada con la investigación; el segundo de los niveles nos habla de la cooperación y necesidad de trabajar todos juntos a través de la relación entre Pediatría y Ginecología, dos departamentos separados y dirigidos por dos personas que representan los opuestos a la realidad vivida por algunos alemanes durante el nazismo. Se trata de una pediatra, antes emigrada a los Estados Unidos y de un veterano ginecólogo, que había trabajado bajo el régimen nazi. Los dos están destinados a trabajar juntos por el bien de sus pacientes, a dejar sus reproches al margen, a seguir adelante, en definitiva. Por último, podemos observar el procedimiento del jefe de la sección forense, un aventajado profesor, capaz de vincular el espíritu científico con la formación, no sin excentricidades que sientan mal a los políticos. Es un líder nato y se comporta como un hombre libre.

Esta serie es una aportación más a la corriente hermenéutica y al movimiento revisionista surgido en Alemania desde los años 60s, en lo que se ha denominado Nuevo cine alemán. Como en otros ejemplos, este tipo de producciones se caracteriza por ver los efectos del pasado en la actualidad del presente, o, como es el caso, en intentar comprender las razones del presente buceando en el pasado de Alemania. Varios momentos históricos destacan como puntos de encuentro: la II Guerra Mundial, la Postguerra o preludios más alejados en el tiempo como la segunda mitad del siglo XIX. Esta secuela nos permite bucear en la forma cultural alemana a la vez que nos unimos a los sentimientos más humanos que afloran cuando las personas procuran actuar con rectitud: nunca es tarde para rectificar y reconstruir el país.

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